El sistema inmunitario es el encargado de proteger a las personas de enfermedades e infecciones. Frente a la presencia de agentes extraños como virus y bacterias, se activa a través de una respuesta que consiste en reconocer algo en el cuerpo que no debería estar ahí y que puede ser dañino, movilizar las células de defensa hacia el lugar del problema, atacar al invasor y eliminarlo del cuerpo y saber cuándo dejar de atacar.

Por este motivo, la carne de pollo es clave porque es uno de los alimentos fuente de proteínas por excelencia, ya que aporta todos los aminoácidos esenciales para que el organismo pueda desplegar sus acciones de defensa.

Los aminoácidos, componentes básicos de las proteínas, son indispensables porque forman parte de la estructura de las células de defensa, así como de los anticuerpos. Por esto, una buena ingesta proteica es fundamental para que el sistema inmunológico funcione y afecte lo menos posible a los músculos del cuerpo.

Una porción mediana de carne de pollo aporta más de la mitad de las necesidades diarias de proteínas de un adulto, en promedio. De esta manera, tiene un rol destacado en la alimentación de las personas.

Asimismo, una porción de carne de pollo cubre casi la mitad de la recomendación de selenio y vitamina B6, aproximadamente la cuarta parte de las necesidades diarias de zinc y vitamina b12, y casi el 10 % de cobre. Además, aporta cantidades menores de hierro, el cual es de calidad y fácil asimilación.

La deficiencia de estos nutrientes afecta en forma directa la capacidad de los distintos glóbulos blancos para multiplicarse, reconocer invasores, desplazarse hacia los sitios necesarios, ingerirlos o atacarlos en forma directa y producir anticuerpos, así como otras sustancias involucradas en la respuesta inmunitaria.