Por el lado internacional, Chicago cerró con subas para los tres principales granos. Nuevas exportaciones de EE.UU de soja y de maíz fueron anunciadas por el USDA.

Ello incentivó la fortaleza de los precios de los futuros de los granos.

El mercado doméstico se mostró hoy miércoles más animado.

Tal como viene sucediendo a nivel global, los precios granarios se mantuvieron de estables a la suba. La soja fue casi el único producto que no mejoró; su valor siguió en el mismo nivel.

El precio de la soja entre las industrias, giró en torno $ 16.800/t para compra con entrega inmediata.

El tipo de cambio del Banco Nación fue 71,5800 / 71,7800; +0,08% respecto al cierre anterior.

Hoy por hoy, uno se pregunta si no es más importante lo que vaya a suceder con el valor de nuestra moneda que con lo que vaya a pasar en el mercado internacional.

No se termina la negociación de la deuda soberana: el fantasma del default sigue merodeando los mercados. No se termina la cuarentena y, lógicamente, la economía sigue en caída.

Y como si ello no fuera suficiente, el presidente de la Nación habla. Y sus palabras asustan.

"Francamente, no creo en los planes económicos", dijo Alberto Fernández a Benedict Mander, corresponsal del "Financial Times" en Buenos Aires.

Cuando escuché estas palabras, lo primero que vino a mi mente es el término “necedad”. Esta palabra viene del latín “nescius” derivado del negativo “scire” que significa “saber”. El necio se caracteriza por su ignorancia y por actuar de manera desacertada.

Resulta incomprensible la afirmación del presidente. En un supremo intento por entenderlo, sólo se me ocurre que, envuelto en tantas paradojas y contradicciones que van desde su origen como candidato, y resuelto a salir del paso con el uso del lenguaje, cae en la imprudencia. Y se muestra como un necio.

Quien no tiene un plan, está a la deriva.

Un plan económico supone establecer un objetivo, consensuado, que comprometa a buena parte de la sociedad en su logro. Para lograrlo, lo primero es tener claro cuál es éste.

Negar la existencia de un plan es un acto propio de un suicida. Por eso, el precio interno de los granos, que está supeditado al valor del dólar, está al resguardo, en buena parte, de una devaluación.