Argentina se encuentra ante el desafío de no culminar en un proceso inflacionario de características inéditas para el país. Dentro de la crisis que atravesamos hay herramientas para superarlo, pero mucho depende de las acciones que disponga el gobierno en el corto, mediano y largo plazo.

Corto plazo

El gobierno necesita reestructurar la deuda de los bonos bajo legislación extranjera, no realizarlo sería tirarse un tiro en el pie. Esta reestructuración es clave para recuperar crédito internacional, no solo para el Estado, también para las empresas privadas que desarrollan proyectos en el ámbito del país.

La inversión extranjera directa viene cayendo hace años, en el 2012 ascendía a U$S 98.706 millones, y en la actualidad suma U$S 73.720 millones. Así como hemos visto caer el PBI desde el año 2011, la inversión extranjera brilla por su ausencia. Sería vital traer más capitales al país, sin acuerdo con los acreedores es una tarea imposible.

No reestructurar la deuda pública cambiaría radicalmente el flujo de dólares y créditos futuros al país, lo que potenciaría la demanda de moneda extranjera, y esto se traduciría en un fogonazo inflacionario.

Mediano plazo

Hasta tanto no aparezca una vacuna para combatir al coronavirus, el consumidor no saldrá de su casa con normalidad, postergaría viajes al exterior e incrementaría el ahorro. Todos comportamientos que no inyectan gran cantidad de dinero a la economía, y mantiene un estatus quo económico.

En los países en donde se han levantado las restricciones a la circulación post pandemia, en un 80% los ciudadanos todavía tienen temores a salir de sus viviendas, el 60% de los que trabajaron en sus hogares manifiestan que desean seguir trabajando bajo esta modalidad, habrá menos movilidad a futuro, la venta y alquiler de oficinas será un fiasco, habrá menos consumo fuera del hogar, y los medios de transporte trabajarían mucho menos. Los sectores ligados a la recreación tendrán un largo camino de ingresos bajos, al menos hasta que la vacuna cambie el escenario.

Largo plazo

En el largo plazo Argentina debería enfrentar los problemas económicos con mayor madurez, si los argentinos pretenden ahorrar en dólares y no hay forma de cambiar esta lógica en el ADN de nuestros ciudadanos, en primer lugar, deberíamos trabajar en una balanza de dólares que crezca vía mayores exportaciones, con un tipo de cambio competitivo y un mayor crédito direccionado a los sectores que puedan exportar más en los próximos años. Por ejemplo, el sector ganadero está a un paso de exportar más de un millón de toneladas al año, para hacer sustentable al sector, las exportaciones y la rentabilidad empresaria sería necesario aumentar el peso de faena, retener más vacas en el campo (son el bien de capital del negocio) y dar beneficios impositivos para lograr que más emprendedores lleguen al ciclo completo. Esto mismo se puede replicar para otros sectores industriales o de servicios con potencialidad exportadora.

En segundo lugar, el Estado no debería seguir imprimiendo pesos a destajo para alimentar al mercado cambiario con oferta de moneda nacional. Para ello es necesario que el Tesoro deje de tener déficit, y pase a superávit fiscal, de esta forma no se necesitaría imprimir billetes sin respaldo que una vez que lleguen al mercado, buscarán en el dólar el refugio natural.

Un cambio de esta magnitud, tratando de que ingresen una mayor cantidad de dólares, y dejar de alimentar al mercado con la emisión sin respaldo, son condiciones fundamentales para fortalecer al peso como moneda de ahorro. Decir que la economía necesita pesificarse, y no trabajar en obtener superávit fiscal y comercial, es un grave error del gobierno. Un tercer tema no menor, es que el gobierno debería dejar de endeudarse y generar incentivos al ingreso de dólares para inversión directa. La Argentina no necesita tomar deuda, necesitamos que lleguen inversiones. Cuando tomás deuda, a la media hora pagás intereses, y a la hora comenzás a pagar el capital. Cuando ingresan inversiones, vienen a hundir capital por 25 años, y generan en lo inmediato ingresos fiscales, directa o indirectamente. Más que sacar, vienen a aportar fondos.

Conclusión

• No vemos a corto plazo una suba exagerada de la inflación, creemos que seguirá por mucho tiempo en los dos dígitos, sin posibilidades de pasar a los 3 dígitos como muchos presagian.

• Mientras no llegue la vacuna el comportamiento social será muy prudente, los ciudadanos se autoimpondrán su propia cuarentena ante temores de contagio. No habrá tantos viajes al exterior como años anteriores, creemos que aumentará el ahorro y la demanda de dinero ante el temor a que la pandemia retorne o recrudezca.

• Argentina tiene una excelente oportunidad para realizar cambios estructurales en el marco de esta situación inédita a escala global. Antes de la pandemia éramos la oveja negra dentro de una manada de ovejas blancas, hoy somos una oveja negra dentro de una manada de ovejas negras, nos dice Andrés Malamud.

• Acordar con los acreedores externos, realizar un blanqueo, generar incentivos impositivos a la inversión, proponer una reforma laboral, orientar el crédito a los sectores exportadores, son una forma de prepararnos para que a futuro el país logre un mayor ingreso de dólares genuinos al país vía exportaciones, y un equilibrio presupuestario que deje de alimentar el mercado de pesos sin respaldo. Si se logran estos objetivos no hará falta decirle a la población que se pesifique, lo hará por sí sola porque el dólar dejará de ser negocio.

• Mientras el ingreso de dólares al país sea escaso, tengamos déficit fiscal y lo financiemos con emisión monetaria sin respaldo, no le podemos pedir a los argentinos que dejen de buscar refugio para sus ahorros. Hay record de compra de dólar minorista, en el mercado de dólar futuro hay contratos por U$S 4.300 millones, y el dólar blue vale más de $ 130, sobran las palabras.

Por Salvador Di Stefano - Director de Agroeducación
Fuente: Agroeducación