Al conocerse el resultado final de las elecciones del pasado 27/10 expresé: “¡tenemos país…!” Me refería a un hecho insoslayable. Mi opinión entonces era que a pesar de los errores de la gestión Macri, potenciados sin duda alguna por la negativa, dramática y comprensible reacción de los mercados a partir del resultado de las PASO del 10/8, los guarismos finales de la elección del 27 de octubre eran alentadores. Una derrota por 48 a 41%, dadas las circunstancias, era toda una señal. En mi opinión, muy alentadora. De allí el enojo indisimulable de los ganadores. El Kirchnerismo puro había sumado a una figura contemporizadora (en aquél entonces) como AF. También habían sumado a gran parte de los eternos jugadores “a ganador” del llamado peronismo federal. Y también habían logrado sumar al pequeño pero trascendente caudal de votos del siempre ubicuo Sergio Massa. Así las cosas y con indicadores macroeconómicos deteriorándose fuertemente en esos últimos cuatro meses y seguros de que superarían el 50% de los votos, el llamado Frente de Todos sólo logró una ventaja de 7 puntos. El denostado Juntos por el Cambio, con todo en contra superaba con comodidad la adhesión del 40% de los votantes.

Toda una señal. Que hoy queda en evidencia.

Los acontecimientos de los últimos días vinculados con la llamada “causa Vicentín” deben ser evaluados con mucho cuidado ¡Con extremo cuidado!.

Si se maneja con inteligencia, a partir de hoy podría comenzarse a tejer una historia tremendamente relevante para los amantes de la República.

Las premisas para que ello pueda ser posible son:

1) Comprender que el nombre Vicentín sólo es un detonante. Una excusa para despertar ante al intento de avasallamiento de las instituciones. Es probable que las investigaciones en curso terminen probando que el management de la compañía (excluyo a los honorables de la familia, que sin duda los hay, así como también a los trabajadores) deberá responder ante la justicia por variadas cuestiones.

2) No obstante ello, es importante reconocer que los problemas graves para la firma comienzan cuando el Gobierno anterior remueve el conocido “diferencial arancelario” allá por septiembre del 2018. Dicha supuesta ventaja sólo representaba una legítima defensa ante los aranceles que utilizaban los importadores de soja para perjudicar a la industria aceitera más eficiente y competitiva del mundo.

3) Reconocer que el resultado de las PASO generó un temor que se irradió a casi todos los sectores de la economía argentina y perjudicó notablemente el cash flow de las empresas comerciales. En nuestro sector, particularmente a las empresas con menor acceso a niveles de financiamiento a tasas accesibles.

4) Reconocer que la larga lista de acreedores incluye a productores, cooperativas, acopiadores y comerciantes que constituyen la base de un sistema comercial granario con altos grados de excelencia y que se han visto perjudicados en su buena fe.

Si las cuestiones mencionadas son reconocidas como válidas y se acepta que la llamada “causa Vicentín” es una formidable excusa, esta historia puede ser utilizada como corresponde. Esto es, en defensa de la Constitución y de las instituciones que la misma define como auxiliares de la misma. Esto es, en defensa de la REPÚBLICA.

Ello, pues los acontecimientos de los últimos días evidencian con claridad que a CFK su temperamento la traiciona. Luego de su única jugada ganadora del año pasado, CFK ha vuelto a su ineptitud recurrente en materia de decisiones políticas. Con el caso Vicentín, los K han “pisado el palito” y precipitado los tiempos. Han dado comienzo a una guerra suicida que probablemente logre unir a ese 75% de la sociedad que no simpatizan con CFK. Ello sería posible si los que integramos esa enorme mayoría de argentinos aprovechamos la oportunidad.

La ansiedad enfermiza de ese grupo claramente minoritario de nuestra sociedad queda en evidencia cuando aducen defender la soberanía alimentaria y pretenden ingresar en la administración de una empresa que sólo exporta los excedentes que no se consumen. Es necesario advertirles que Argentina presenta la mayor estructuralidad exportadora del mundo. Más del 80% de la soja y más del 60% del trigo y del maíz que producimos son excedentes exportables!!!

Así también, hablar de la necesidad de una empresa testigo en un negocio que se caracteriza por una tremenda competencia entre los actores involucrados que operan grandes volúmenes con márgenes mínimos es realmente incomprensible. Recrear la Junta Nacional de Granos cuando las equivalentes de Canadá y Australia fueron cerradas hace muchos años por incompetentes e innecesarias es absurdo. No se trata de reinventar experiencias desechadas por países a los que les ha ido mejor que al nuestro. Ni siquiera hay que alejarse demasiado de nuestras fronteras. Nuestro vecino Brasil cuadruplicó su producción de granos en los últimos 20 años. Ello, con gobiernos fundamentalmente de izquierda (fin de F.H.Cardoso y luego Lula, Dilma Rouseff, y recientemente Temer y Bolsonaro) cuya virtud común fue dejar que el campo y la agroindustria fueran el tractor de su economía. Durante su mandato, Lula clamaba a voz en cuello que era necesario el crecimiento de la agricultura en su nación y manifestaba públicamente que Brasil era un país agropecuario. Pregunta: ¿de qué habló Alberto con Lula cuando lo visitó en la cárcel de Curitiba apenas ganó las PASO? No se trata de inventar nada. Se trata simplemente de “copiar y pegar”

Otra pregunta procedente para AF (puede ser tildada de inocente también) tal vez vinculada con una posible última oportunidad:

¿Y SI EN VEZ DE PELEARSE CON EL CAMPO, PIDE SU AYUDA?

Si en realidad alguna vez pensó en dar un verdadero servicio a su patria, esta es la oportunidad. El campo ha dado sobradas muestras de patriotismo y solidaridad con los argentinos. Con decenas de años produciendo con una presión impositiva asfixiante y en el 82 reaccionando con la gesta del “trigo de las Malvinas”. Siempre que fue requerido el campo dijo presente. No hay dudas que el productor argentino es conmovedor. Luego de 18 viajes alrededor del mundo puedo dar fe de ello. TODOS los argentinos viven del campo. Del “yuyo”, como se refería a la soja CFK. Pero el trigo, y fundamentalmente el maíz aún pueden dar recursos invalorables para atraer divisas que ayuden a potenciar el necesario crecimiento de nuestra nación.

La mayoría de los argentinos no quieren el modelo venezolano. La encrucijada es hoy y ahora. Estamos ante una oportunidad histórica para el Presidente Alberto Fernández. Si prefiere ser recordado como un Jefe de Gabinete disfrazado de Presidente, allá él.

Por Enrique Erize, Presidente de Nóvitas S.A