La historia nos demuestra que las intervenciones del Estado en el comercio de granos en particular y los mercados agropecuarios en general han creado siempre severas distorsiones, que terminaron provocando problemas más graves que los que se pretendía solucionar.

Consideramos que el Estado cuenta con otro tipo de instrumentos y mecanismos menos distorsivos para colaborar en la resolución de los problemas causados por el concurso preventivo de ese importante operador de granos.