¿Alguien puede dudar sinceramente sobre la inquina de casi todos los gobiernos de las últimas décadas sobre la actividad rural?

Si hay un sector que se destaca a nivel global es el agrícola, el gran generador de divisas para el país.

Entre los grandes discriminadores de la agricultura, se destacan los gobiernos de tinte como el actual.

Vamos a los hechos. Como sabemos, el directorio del Banco Central ha sido designado por el Poder Ejecutivo. Por lo tanto, mantiene una relación de dependencia con éste.

En consecuencia, es una herramienta para sus políticas.

En reciente Comunicación A 7018, ha resuelto que el sistema financiero no preste a TNA del 24% a “personas humanas o jurídicas con actividad agrícola que mantengan un acopio de su producción de trigo y/o soja por un valor superior al 5% de su capacidad de cosecha anual”. El eslabón agrícola no puede acceder a las financiaciones para capital de trabajo a una tasa de interés máxima anual del 24 %.

El problema, más que el hecho en sí, es la señal emitida por el Estado.

La campaña agrícola no se realiza en un mes sino en muchos. A lo largo de éstos se necesita la salida de dinero para invertir. Como la inflación ya es tradición, lógicamente, el eslabón agrícola utiliza su soja como forma de reserva de valor.

¿A esto puede llamárselo especulación? Habrá excepciones, lógicamente. Pero ésta es la manera razonable de mantener la capacidad de inversión a lo largo de la campaña, que además, puede contribuir a cierta “estabilización” del precio internacional.

El problema no viene del agro. Viene del Estado que no logra mantener el valor del peso. Como no puede garantizar su capacidad adquisitiva en el tiempo, el productor agrícola usa la mercancía que él produce como moneda de reserva de valor. Claro… como el agua del manantial.

La política de animadversión y antipatía hacia la producción agrícola no termina acá. La incertidumbre es, para la agricultura, un suceso creciente. Ahora, determinados dirigentes sociales y políticos pretenden que Vicentín pase a ser una empresa pública, una suerte de empresa "testigo" del comercio exterior.

Vicentín es la sexta empresa del sector agroexportador. Y el Presidente de la Nación acaba de anunciar que estatizará sus activos mediante una ley, que enviará al Congreso. ¿Esto es el Estado presente?

Acá se marca un camino en dirección hacia el restablecimiento de la Junta Nacional de Granos.

Y siguen las medidas de discriminación. Se trata de la incertidumbre sobre el tipo de cambio para los insumos importados que necesita la producción agrícola para desenvolverse. Se habría perdido la referencia del costo para el productor.

La brecha cambiaria va en contra de la inversión agrícola. Éste no sólo es el más competitivo y sino que, también, tiene un gran efecto multiplicador.

A consecuencia de la brecha, asoman en el horizonte medidas restrictivas. En los últimos días, los requerimientos necesarios para importar agroquímicos, semillas, fertilizantes, e inclusive las importaciones temporarias de soja, que hace la industria para luego exportar como subproductos se dirigen a crecer y trabar las transacciones.

El pato de la boda, seguramente, termine siendo la productividad. Veremos cómo sigue este problema. Muy serio.