Su amigo Gildo lleva casi 25 años en el poder, seis períodos consecutivos: la más larga y férrea dominación en el país desde el regreso a la democracia. Un verdadero señor feudal que ha aniquilado todas las instituciones, que controla los tres poderes, persigue a la poca prensa independiente que queda y no permite los disensos. Para algunos, un patrón. Para otros, un dictador. Para todos, poseedor de una fortuna incalculable.

A los 25 años como gobernador hay que sumarle otros 8 de vicegobernador de Vicente Joga. Mérito suficiente para que se diga que Formosa es la única provincia con dueño. El camino hacia la hegemonía siguió el tutorial básico: progresiva concentración del poder, desmantelamiento de los órganos de control (a la Defensoría del Pueblo se la llama "Defensoría del Gobierno"), clientelismo, sojuzgamiento del que se le pusiera enfrente y una interpretación sesgada de la Constitución provincial para permitir una nueva reelección.

Puede decirse que esa habilitación se consiguió, literalmente, a punta de pistola. Como la iniciativa no avanzaba por la oposición del entonces presidente del Superior Tribunal (Corte Suprema), Carlos González, en marzo de 1999 un juez que respondía a Insfrán lo hizo llevar detenido y esposado. El cargo invocado contra González fue "retardo de justicia". La detención duró unas horas: las suficientes para destrabar la posibilidad de que Insfrán presentara su candidatura.

Si Formosa es "el modelo a seguir", y si ese modelo fuera efectivamente el elegido por el gobierno nacional, ya se sabe cómo termina la historia: es una de las provincias más pobres del país, y vive atormentada por la corrupción y el narcotráfico. Pero no hay causa por corrupción que prospere, y la sospecha generalizada es que redes de narcos actúan con el respaldo de gobernantes, policías y jueces.

Los índices del gobierno de Insfrán hablan de alrededor del 25% de la población por debajo de la línea de pobreza. En términos relativos, cifras envidiables, pero a las que nadie toma en serio. Tres años atrás, fuentes independientes consultadas por LA NACION estimaron una pobreza superior al 50%. "Hoy ha crecido, y no poco", dice el diputado provincial Adrián Malgarini (UCR). Según su testimonio, a pesar de que la provincia fue beneficiada por los fondos distribuidos por la Casa Rosada para paliar los efectos de la cuarentena, "Gildo los pisó y está dejando a los municipios sin recursos para pagar los sueldos". A los empleados municipales, dice Malgarini, les están recortando hasta el 50% de sus salarios. "Y son personas que apenas ganan entre 7000 y 15.000 pesos por mes, e incluso menos".

El modelo económico formoseño, que el Presidente pone de ejemplo, tiene por señal distintiva que no genera sus propios recursos. No produce. El 95% del presupuesto proviene de la coparticipación federal. La actividad privada es insignificante. Es la provincia con menos empleados registrados en el sector privado (unos 28.000; le sigue La Rioja, con 30.000, pese a tener la mitad de habitantes), y también la que menos exporta: poco más de 20 millones de dólares por año.

El reino de Insfrán es, asimismo, el reino del asistencialismo y del empleo público. "Acá, o trabajás para el Estado, provincial o municipal, o recibís planes. De esa forma, Gildo tiene a todo el mundo dominado", dice, con reserva de su nombre, un exfuncionario de la Anses en Formosa.

De hecho, el gobernador es una rarísima avis: públicamente desalienta las inversiones, la llegada de empresas. "Si sos el principal empleador, casi el único, tenés el voto cautivo", apunta Malgarini.

En la conferencia de prensa de ayer, el Presidente negó que el Gobierno pretenda quedarse con las empresas a las que asiste en la emergencia del coronavirus. Para decirlo, Formosa no era el mejor escenario.

Por: Carlos M. Reymundo Roberts