Kicillof le encontró una cara positiva al coronavirus: está liquidando al capitalismo salvaje, a la especulación financiera y a la acumulación de riqueza. El presidente Fernández​, para no quedarse atrás después de semejante profecía, añadió que el mundo que alumbrará luego de la pandemia será más solidario.

Ambos hicieron estos pronósticos mientras inauguraban por tercera vez el Sanatorio de Camioneros, que estaba cerrado y el gremio ofreció para enfrentar la pandemia

La importancia que le dio el Presidente a este acto lo demostró rompiendo la cuarentena autoimpuesta en Olivos y concurriendo al Sanatorio junto con Hugo Moyano.

La intención de Fernández, con este acto de agradecimiento, fue sellar la alianza con Moyano y ponerlo al polémico dirigente camionero como un ejemplo a seguir y como una advertencia. El elogio fue también un mensaje explícito a los empresarios, agregando que éstos no quieren al camionero porque “cuida de los suyos”. Exageró cuando puso al camionero como un ejemplo de dirigente sindical.

Fernández también les estaba hablando a los sindicalistas, molestos porque objetan el trato que Cristina​ -a través de Kicillof, y de Fernández- le da a Moyano, a quien veladamente acusan de haber aprovechado la oportunidad para sí mismo.

El “mensaje” a los empresarios viene luego de las críticas directa a Paolo Rocca por los despidos de la constructora del holding Techint, reforzando el sesgo de que el sector no hace el esfuerzo necesario que sí están haciendo los trabajadores.

Y ocurre luego de las protestas de sectores medios reclamando que los políticos igualen el esfuerzo de la sociedad rebajándose el sueldo como ejemplo. Protesta que sorprendió al gobierno.

Ese cacerolazo fue interpretado sobre todo por el kirchnerismo como una conspiración del establishment contra la actual administración. Basta con seguir las declaraciones de sus dirigentes. Traducen una estrategia que surge de la conducción de ese sector.

Este rumbo que eligió Fernández ocurre en momentos en que había un perceptible consenso favorable por la forma que está enfrentando la pandemia, que se comenzó a reflejar en encuestas. El Presidente, según fuentes que hablan diariamente con él, las considera un resultado coyuntural (¿qué otra cosa miran los Presidentes en la Argentina si no es la coyuntura?) y que es un repunte precario.

Cualquier ascenso de popularidad de uno de los términos de la coalición que gobierna despierta recelos y alienta las clásicas teorías conspirativas que infectan la política.

Qué es lo que de pronto disparó estas reacciones de Alberto, que se había cuidado de presentarse como un dirigente aplomado, alejado de las estridencias y del vedetismo, que le ha permitido mostrarse para propios y extraños como alguien realmente dispuesto a superar la grieta. ¿Todos en la coalición están de acuerdo con su protagonismo exclusivo?

Su retórica más dura más parece dirigirse al interior de su propio espacio que a la sociedad que lo ha acompañado sus decisiones. Este perfil más duro contribuye a consolidar lo que él ha dicho que quiere terminar con la política de trincheras.

El acto con Kicillof y Moyano fue un acto político en el que el virus -que terminará con el capitalismo y acabará con el individualismo posmoderno- estuvo, esta vez, en segundo plano.

Por Ricardo Kirschbaum
Fuente: Clarin