Rodrigues contó que las grandes compañías del sector, como los fabricantes de cosechadores y tractores o de insumos agrícolas, cuando incorporan nuevos desarrollos, lógicamente lo hacen apostando a captar la atención del segmento más capitalizado, que suelen ser los grandes jugadores. ¿Pero qué pasa con los productores más chicos? Según la FAO, de las 570 millones de granjas que hay en el mundo, más de 500 son explotadas por pequeños productores. En conjunto, producen aproximadamente el 80% de los alimentos en términos de valor y constituyen la mayor fuente de empleo del planeta.

De cara a un mundo que en las próximas décadas alcanzará 10 mil millones de habitantes, con mayor poder adquisitivo y cada vez más exigencia en la calidad de los productos que consume, parece indispensable que los pequeños puedan también acceder a la tecnología.

Rodriguez propuso la necesidad que los más chicos se asocien para lograr escala y de esta forma acceder a la maquinaria moderna con los últimos adelantos tecnológicos. Suena muy lógico. Pensemos en una finca frutícola. Las plataformas facilitan enormemente la poda y la cosecha, aumentando la productividad, reduciendo la fatiga y los accidentes laborales. Al contar con tijeras neumáticas permite también la incorporación de la mujer al trabajo. Pero difícilmente esta inversión pueda ser solventada por un pequeño productor. Si una plataforma tiene una capacidad de trabajo de 30 hectáreas por año, bien podrían agruparse 10 productores vecinos de 3 hectáreas cada uno y trabajar en forma conjunta. El asociativismo no es exclusivo de la producción. Puede ser también para comercializar mejor sus productos, para comprar insumos con mayor volumen, para capacitarse, para integrarse vertical y horizontalmente, etc. Pero para garantizar el éxito, debe haber un acompañamiento a estos productores a través de programas.

Esta semana en el portal presentamos dos casos que merecen la pena ser resaltados. El primero sucede en Malasia. El gobierno estableció un programa canalizado a través de la Junta de Aceite de Palma de Malasia para la conformación de cooperativas para la incorporación de agricultura digital. De esta forma los pequeños palmicultores podrán trabajar juntos para gestionar mejor sus cultivos y aumentar la productividad, y por ende sus ingresos. El segundo caso tiene que ver con la Cooperativa Cauqueva de Maimará, en Jujuy, Argentina. Un grupo de pequeños agricultores de la zona se integraron verticalmente y se lanzaron a producir alimentos para celíacos. Con la asistencia del IICA y del gobierno nacional, están por realizar la primera exportación de fideos libres de gluten a base de maíz a Uruguay.

Sin embargo, el modelo asociativo no es exclusivo de los pequeños. Hace casi 10 años en Argentina, 25 agricultures tecnificados de la zona de Rio Cuarto se lanzaron a construir una planta de bioetanol con el objetivo de agregar valor en origen al maíz. Años más tarde, embalados por el éxito de Bio4, sumaron a más productores para construir Bioeléctrica y comenzaron a inyectar en la red eléctricas nacioanl electrones generados con los residuos de la destilería. Recientemente, la central fue ampliada.

Otro caso interesante es el de ACABio, otro de los grandes jugadores en la producción de bioetanol de Argentina. ACABio es el resultado de una asociación de ACA, una cooperativa de cooperativas que se ha convertido en el mayor operador de granos del país y agrupa a través de las 147 cooperativas asociadas a más de 50.000 productores agropecuarios, con 62 cooperativas que la conforman.

Y el asociativismo en el mundo de la bioeconomía llega también a las multinacionales. Continuando con el bioetanol de maíz, AGD y Bunge se asociaron para crear Promaiz, un emprendimiento conjunto para construir en Alejandro Roca, Córdoba, otra de las grandes plantas de bioetanol del país. El del mundo de los traders, Glencore, que junto a Vicentin formaron Renova, dueña en Timbúes de una de las mayores plantas de crushing de soja del mundo. Un poco más al sur, en Puerto San Martín, hicieron lo propio con una refinería de biodiesel.

Incluso hasta las grandes empresas proveedoras de insumos están cambiando su forma de hacer negocios para asociarse de alguna forma al productor. El gigante alemán Bayer está dejando de lado la venta tradicional de insumos para enfocarse en proveer de soluciones tecnológicas adaptadas para cada productor, participando del logro de resultados y compartiendo riesgos.

Fuente: Bioeconomia