No sólo el clima se ha ensañado con el trigo. Pareciera que el próximo gobierno está dando pasos que podrían afectar las exportaciones del cereal y los subproductos. Y no nos referiremos a retenciones ni tipos de cambio diferenciados.

Vamos por partes. La falta de lluvias ha sido una constante en gran parte de la superficie sembrada a lo largo de la campaña. No hay dudas. Comenzando la cosecha, ya vemos el problema productivo.

Se nota que los rindes en el país quedarán por debajo de lo estimado. Y además hay lotes abandonados por la falta de agua y por las bajas temperaturas sufridas, de manera total o parcial.

Así el cuadro, nadie cree que llegará al estimado de 20 millones de toneladas. Es probable que la cosecha alcance algo así como 18 millones de toneladas, para el ciclo 2019/20.

Hubo excepciones, por supuesto. El clima se comportó a favor en Entre Ríos, el norte de Santa Fe y en algunas partes del este de Buenos Aires. En el resto del área sembrada, la situación es más delicada.

Pero acá no terminan los problemas.

Brasil es principal socio comercial de la Argentina.

Todos sabemos que el principal mercado externo de nuestro trigo es Brasil. Y, que por el acuerdo del Mercosur, las exportaciones de este cereal no pagan el arancel común, que es del orden del 10%.

Pero hay una alarma. Hace pocos días, Brasil anunció la apertura de un cupo de 750.000 toneladas de trigo 2019/20, que no deberán pagar tal arancel. Los países que cubrirán este cupo son EE.UU. y Canadá. Y hay una novedad más que inquietante, por su elevada competitividad. También estará Rusia.

Para tomar conciencia de la situación vale recordar que Rusia es el mayor exportador del mundo de este cereal.

Este cupo no es moco de pavo. Señores: representó cerca del 10% de las importaciones brasileñas en la campaña pasada.

La amenaza comenzó, en rigor, en agosto del año pasado, cuando Brasil importó trigo ruso (cerca de 26.000 toneladas), después de ocho años de ausencia. Ahora, en septiembre y octubre de 2019, Brasil reanudó la entrada de trigo ruso. Se trató de una importación de 80.000 toneladas.

Nuestro país sigue siendo fundamental para Brasil. La participación en el total de trigo importado supera el 80%. Pero no es para dormir tranquilamente: la competencia en el mercado presiona cada vez con mayor fuerza.

Está clarísimo: hay una competencia directa entre el trigo argentino, ruso y estadounidense. Y la amenaza va a crecer dada la estrategia brasileña de diversificar las procedencias.

Frente a este cuadro, urge aceitar al máximo las relaciones con Brasil. Es momento que la diplomacia actúe con profesionalismo.

Sin embargo, las fricciones entre el presidente electo y el presidente de Brasil se mantienen. Obviamente, ellas no colaboran en el intercambio comercial que es fundamental para nuestro país. Y no sólo de trigo.

Hoy como prácticamente nunca, nuestro país requiere la demanda de su principal socio. Sin embargo, razones más bien ideológicas parecen obstruir la racionalidad.

En definitiva, Brasil como socio asegura mejores precios y cierta continuidad en las ventas del cereal.

Es cierto que las importaciones del vecino país tienen un componente estacional, con operaciones mensuales por más de medio millón de toneladas, en los primeros cinco meses, contando desde la cosecha.

Pero ello, asegura un mercado casi cautivo que no podemos desalentar.