El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) comenzó el 12 de septiembre a "blanquear" lo que todo el mundo ya sabía o, por lo menos, percibía. Luego, el reporte trimestral sobre área y stocks estadounidenses al 1º de septiembre mostró un ajuste a la baja en los inventarios de dicho país, tanto para maíz como para soja.

Este no es un tema menor, teniendo en cuenta que en el caso del forrajero el recorte fue de 8,4 millones de toneladas respecto del reporte mensual del USDA para el mismo mes, al tiempo que para la soja dicha rebaja se ubicó en 2,5 millones. Con estos nuevos stocks de cierre para la campaña 2018/2019, la relación stock/consumo estadounidense difundida el 8 de octubre termina en 13,8% para maíz y en 11,4% para soja.

En este último caso, el de la oleaginosa, comienza a mostrar que las existencias para el ciclo 2019/2020 ya se ubicarían en cifras muy similares a las del período 2017/2018, previo al inicio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

Si tenemos en cuenta que hay un principio de acuerdo en una primera fase de negociación entre esos dos países y que desde China se mostraron dispuestos a adquirir en forma inmediata unos 10 millones de toneladas de soja en Estados Unidos, los niveles de stocks estadounidenses podrían volver peligrosamente a volúmenes muy ajustados.

Demás está decir, que el clima todavía no está definido en la región norte del cinturón sojero/maicero estadounidense y que las nevadas acaecidas una semana atrás podrían complicar aún más el panorama de oferta. A partir de ahora los operadores en Chicago -y sin dejar de mirar de reojo el desenlace de oferta y demanda en el hemisferio norte- comenzarán a concentrarse en el área sojera sudamericana, particularmente en Brasil y en la Argentina.

Claro está que la incertidumbre política y económica de nuestro país podría generar un mayor incentivo a sembrar soja en desmedro de otros cultivos de verano, aunque lo más importante pasa hoy por vislumbrar los pronósticos climáticos para Brasil, castigado actualmente por una importante sequía. Más allá de una relación real/dólar en 4,10, que se ve como una oportunidad interesante para las siembras, "su majestad", el clima, siempre va a tener la última palabra.

En este esquema el productor argentino va a tener que tomar decisiones. Por un lado, "orejear" lo que ocurre con un escenario internacional que promete y, por el otro, la realidad de nuestro país que genera una enorme incertidumbre. Para seguir con mucha atención.