• En materia de producción, luego de crecer a tasas superiores al 7% anual durante los últimos dos años, el volumen de carne que la cadena ofrece al mercado se toma un respiro este año y se encamina hacia una cifra muy parecida a la del 2018. Como escenario base IERAL trabaja con una producción final de 3,07 millones de toneladas, que compara contra las 3,06 millones del año pasado.

• La estabilización de la producción viene acompañada de un cambio en la composición de animales faenados, con mayor participación de hembras. La faena de hembras cerrará en torno al 48% del total, porcentaje que excedería (levemente) el límite que garantiza la sustentabilidad del rodeo. De todos modos, hay quienes sostienen que el excedente de hembras faenadas habría sido de vacas de muy baja productividad y su ausencia pasaría bastante desapercibida en el sistema.

• Es difícil precisar la fecha exacta pero desde algún momento del año pasado se fue deteriorando la confianza y las buenas expectativas que prevalecían entre los actores (fundamentalmente del eslabón primario) respecto del futuro de la actividad. Hoy hay mucha incertidumbre vinculada a la evolución de la macroeconomía, el sistema financiero y la política económica (inflación, tasas de interés, derechos de exportación, control de cambios) pero también a la política y al riesgo del regreso de intervenciones discrecionales en el funcionamiento de la cadena (cupos y encajes de exportación, precios máximos, etc.).

• En materia de exportaciones, a pesar que parecía difícil superar los elevados volúmenes colocados en 2018, los envíos continuaron expandiéndose a gran velocidad este año, particularmente los de carne congelada. En los primeros 8 meses se llevaban exportadas 322 mil toneladas producto, un crecimiento del 47% respecto de mismo período 2018. China está siendo clave en este boom exportador, los envíos hacia el gigante asiático se han duplicado de un año a otro. En términos de divisas, las colocaciones externas de carnes frescas bovinas ya habían generado US$ 1.712 millones en los 8 primeros meses del año, con una proyección de alcanzar los US$ 2.800 millones en todo 2019, una cifra que será record histórico.

• Según el último informe del USDA el país se ubicará este año como quinto exportador global en un ranking liderado por Brasil y seguido de Australia, India, y Estados Unidos. La novedad es que este año se supera a Nueva Zelanda, que ocupaba esa quinta posición. Vale la pena también recordar que en 2015, es decir hace sólo 4 años, Argentina ocupaba el 10mo lugar en este ranking.

• De acuerdo a la trayectoria mostrada en el transcurso del año y a lo que se puede proyectar hasta el cierre, el consumo interno se ubicaría en torno a los 52 kg/año promedio por habitante, un importante ajuste (8%) respecto al 2018. Debe advertirse que esta menor absorción de carne en el mercado interno ha sido (está siendo) acompañada de precios consumidor relativamente estables (en términos reales), lo que revela que la caída del consumo no obedece tanto a una “ausencia de producto” y/o “una disparada de los precios internos” sino más bien a una “ausencia de ingresos”, a recursos insuficientes en ciertos segmentos de la población para sostener la demanda.

• Si bien el consumo interno de carne bovina se ubica en un nivel muy bajo en perspectiva histórica, no es el caso del consumo de todas las carnes. En efecto, se estima un consumo promedio de 110 kilos per cápita para 2019 consolidando las tres carnes locales más relevantes (bovina, aviar y porcina), una cifra que se asemeja a la del año 2009 y que supera, por caso, a la de los años 2010, 2011, 2012 y 2014, por citar períodos recientes.

• La evolución que muestran los precios de la hacienda revela los matices del mercado. Por un lado, la exportación con una gran dinámica y muy focalizada en atender la demanda china, que no exige mucha calidad y por ende puede ser satisfecha con los animales de menor valor del rodeo (vaca, la categoría más valorizada); pero por el otro lado, el mercado interno, el 70% del mercado total, con muchos problemas para sostener el consumo, que sigue demandando animales de mayor calidad, pero que no tiene fuerzas suficientes para convalidar subas importantes de precios en góndola (y por ende de hacienda).

• Los valores de la hacienda medidos en moneda extranjera se encuentran hoy muy bajos, lo que significa una gran ventaja competitiva y una gran oportunidad para los meses que vienen para el sector exportador. En el mes de septiembre la hacienda se ubicó en torno a los US$ 1,14 por kilo vivo (precio promedio ponderado de los animales faenados), el valor más reducido de los últimos 10 años. Un dato importante es que el país pasó a tener, con las últimas devaluaciones, la hacienda más barata de la región.

• Desde setiembre del año pasado, las exportaciones de carne bovina se encuentran gravadas. La alícuota actual de DEX se aproxima al 5,2%, una tasa sensiblemente menor a la que prevaleció durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernandez de Kirchner (15%). El gran interrogante es qué sucederá con esta tributación en los próximos años, particularmente de haber un cambio. De acuerdo a las estimaciones, el gobierno estaría recaudando este año cerca de US$ 177 millones de DEX cobrados en exportaciones de cortes enfriados y congelados de carne bovina.

• Luego de la depreciación del peso en las semanas post PASO, los márgenes brutos de exportación, que venían bastante estabilizados en un buen nivel en el primer semestre, llegan a los porcentajes más altos en las cuatro Integraciones que IERAL monitorea. Hay que recordar que los márgenes brutos surgen del cociente entre el valor del kilo de carne exportado (un promedio ponderado de cortes y precios según destinos) y el costo de la hacienda (materia prima) para producir ese kilo de carne. El dato más destacable es la gran mejora en el margen bruto de la Integración que refleja los envíos de carne a países de ingresos medios‐bajos (China actualmente).

• Respecto al momento actual y las perspectivas a futuro, los actores se encuentran en “modo espera” de cómo evolucionen distintas variables que afectan la economía en general y particularmente la producción de animales. La ganadería es el inicio del proceso y todos los restantes actores de la cadena dependen del ánimo, la inversión y los resultados productivos que logran los establecimientos ganaderos. A los precios actuales de la ganadería y sin condiciones macroeconómicas y de reglas de juego claras, que alienten la inversión, la “espera” actual puede transformarse en un paso atrás. Por el contrario, la actividad puede salir de su letargo rápidamente si se disipa la incertidumbre económica y si se conoce la propuesta económica que el próximo gobierno, sobre todo si es de otro signo político, tiene para con la ganadería y la cadena de la carne.

Luego de expandirse a tasas superiores al 7% anual durante 2017 y 2018, la producción se toma respiro en el año en curso y se encamina hacia un volumen que será seguramente muy parecido al del año previo. En efecto, como escenario base el IERAL trabaja con una producción final de 3,07 millones de toneladas, que compara contra las 3,06 millones del 2018. Esta cifra surge de una faena que estaría llegando a 13,6 millones de cabezas y un peso promedio de 226 kilos por animal faenado.

Con una política sectorial correcta (dos medidas claves, la eliminación de impuestos y de restricciones a la exportación) y un proceso activo de apertura de nuevos mercados externos, el gobierno inyectó mucha confianza en la cadena de la carne bovina, alentando la inversión en ampliación de rodeos y permitiendo un salto productivo sobre bases sustentables, que se expresó con claridad particularmente en el bienio 2016 / 2017.

Desde mediados de 2018 hasta el presente, este horizonte despejado y lleno de optimismo se fue cargando de nubarrones, de factores de incertidumbre respecto de las condiciones económicas y de reglas de juego prevalecientes en el futuro. Los temores tienen que ver tanto con aspectos de la macroeconomía y el sistema financiero (aceleración de la inflación y efecto nocivo sobre el mercado interno, tasas de interés excesivamente altas, regreso de los derechos de exportación, restablecimiento de un control de cambios) como con cuestiones vinculadas a la política, a un posible cambio de gobierno y al riesgo del regreso de intervenciones discrecionales en el funcionamiento de la cadena, particularmente de aquellas que hicieron más daño en el pasado reciente (cupos y encajes de exportación, precios máximos, etc.). La estabilización de la producción este año viene acompañada de un cambio en la composición de los animales faenados, con mayor presencia de hembras, fenómeno que dispara la inquietud lógica respecto del estado (de ánimo y económico) en el que se encuentran los actores del primer eslabón de la cadena (productores ganaderos) y de la sostenibilidad del proceso expansivo.

De acuerdo a las estadísticas oficiales, al cabo de los primeros 9 meses del año se llevaba faenado un total de casi 5 millones de hembras (49,1% del total) y 5,1 millones de machos (50,9%), un 10% más de animales del primer grupo y un 7% menos del segundo, en relación al mismo período del año previo. Para el cierre del año es probable que estos últimos porcentajes se hayan moderado, que la faena de hembras termine creciendo pero un poco menos y cayendo la faena de machos pero también un poco menos.

Por el lado de los machos, es de esperar que se incremente la extracción en el último trimestre. Este año se ha producido un fenómeno esperado desde hace mucho tiempo en la cadena, el alargamiento del tiempo de engorde de los machos (se llevan a un peso superior), esto se deduce del hecho que hay casi 400 mil animales menos faenados respecto al año previo (primeros 9 meses), animales que, en al menos una gran proporción, no han desparecido del sistema sino que siguen en los campos y que tendrán “destino de faena” en algún momento, sino es en los meses de cierre de 2019 lo será en los inicios / mediados del próximo año. Por el lado de las hembras, parece difícil que la faena se mantenga 10% arriba de la del último trimestre del año pasado, ello exigiría llegar a un flujo de 600 mil cabezas mes, una cifra que no se viene alcanzando en los últimos dos meses informados (agosto / setiembre promedió 550 mil cabezas).

Como se mencionara, el interrogante que persiste es si el nivel de faena de hembras de este año habrá sido excesivo, en el sentido de haber dañado una de las variables críticas de la capacidad productiva del sistema, el stock de madres productivas.

De acuerdo a las estimaciones, el año cerrará probablemente con una tasa de faena de hembras cercana al 48%, un porcentaje que excedería levemente el límite superior del rango que garantiza sustentabilidad del rodeo según los parámetros productivos dominantes (43%‐47%). Pero por otro lado, para algunos protagonistas de la cadena, el rodeo contaba con un stock de vacas de muy baja productividad (tasa de destete), animales que podrían (deberían) haber sido de los primeros en ser enviados a faena y que su ausencia no significaría un gran deterioro en la capacidad productiva futura. Si bien todo indica que no habrá una recomposición del rodeo de vientres sino más bien lo contrario, lo más prudente parece ser esperar hasta marzo del próximo año, fecha en que se realizará la nueva vacunación y relevamiento “censal” de animales, para saber finalmente lo sucedido.

Las exportaciones siguen batiendo récords

La producción de carne está logrando superar los 260 mil toneladas/mes en los últimos registros (peso carcasa) y casi el 30% de este volumen se está dirigiendo hacia el mercado externo, rompiendo récords de envíos y acrecentando (afortunadamente) la dependencia de la cadena a la demanda y los ingresos de otros países.

A pesar que parecía difícil superar los elevados volúmenes colocados en 2018, las exportaciones continuaron expandiéndose a gran velocidad este año, particularmente los envíos de carne congelada. En los primeros 8 meses se llevaban exportadas 322 mil toneladas producto (INDEC), un crecimiento del 47% respecto de mismo período 2018.

China está siendo clave en este boom exportador argentino. Los envíos hacia el gigante asiático, hoy el principal mercado destino y por mucho, se han duplicado entre 2018 y 2019 (de 14.260 a 29.099 toneladas/mes). Los restantes mercados relevantes para el país también lucen bastante bien: las exportaciones a Alemania‐Holanda‐Italia han crecido un +3%, a Brasil +7%, y a Israel +19%. Sólo las ventas a Chile y Rusia muestran una baja en el período (6% y 68%, respectivamente).

Con precios internacionales relativamente estables, los envíos de carne fresca llevaban generados US$ 1.712 millones (INDEC) hasta agosto, un 43% más que en igual período de 2018 (US$ 1.200 millones). Así, en solo 8 meses de este año se ha superado el máximo anual de divisas generado durante la última década US$ 1.519 millones (2009); a este ritmo, sólo en exportaciones de carne fresca la cadena podría llegar a generar divisas por US$ 2.800 millones en 2019, un flujo que será record histórico.

Suponiendo que los envíos continúan con la dinámica que vienen mostrando, se estarían colocando unas 480/490 mil toneladas de carne peso producto este año. De confirmarse esta cifra Argentina volvería a superar el 6% de todo el comercio mundial de carne bovina excluyendo el comercio entre los propios países de la UE 28 (el market share baja a un 5% si se agrega el comercio intra UE),3 recuperando participaciones similares a las que tuviera el país durante 2005 2006, en el período previo al inicio de las intervenciones al mercado de exportación aplicadas durante el gobierno de Néstor Kirchner y sostenidas luego en los dos gobiernos de Cristina Fernandez de Kirchner.

 El aporte de divisas de la cadena se acrecienta cuando se incorporan al cálculo los envíos de menudencias y otros subproductos de la cadena (excluidos cueros). Se estima que estas restantes exportaciones podrían estar generando unos US$ 350 millones adicionales este año.

Supone que en 2019 el comercio mundial continua en crecimiento (como mínimo) a la tasa que exhibió en 2018 (nótese que la aceleración de las compras chinas podría elevar este guarismo).

Cabe agregar aquí que dichas intervenciones generaron un elevado nivel de exportaciones entre 2007‐2009, pero a base de liquidación de vientres (disminución del rodeo), un proceso insostenible que derivaría luego en los bajos niveles exportados entre 2010/2015.

El gran desempeño exportador de Argentina queda bien expuesto en el último informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, sus siglas en inglés)5 sobre el mercado mundial de carnes. El USDA ubica ya al país como quinto exportador global con 700 mil toneladas exportadas (res carcasa equivalente),6 en un ranking liderado por Brasil y seguido de Australia, India, y Estados Unidos.7 La novedad es que este año el país supera a Nueva Zelanda, que ocupaba la quinta posición hasta el 2018. Vale la pena recordar que en 2015, es decir hace 4 años, Argentina ocupaba el 10mo lugar en el ranking del USDA.

Las exportaciones que USDA imputa a la Argentina difieren de las cifras oficiales (Ministerio de Agroindustria), esto se debe seguramente a diferentes metodologías utilizadas para convertir envíos de productos (cortes de carne) en envíos “carcasa equivalente”.

El USDA presenta datos de comercio netos del comercio intra‐mercado para algunas áreas de libre comercio; el caso de mayor envergadura lo representa el bloque de la Unión Europea‐28, de esta manera, se considera a Europa‐28 como un exportador único, versus la situación de considerar individualmente las exportaciones de sus integrantes (ej: Alemania, Francia, Holanda, etc.).

El consumo interno de carne bovina en su nivel más bajo, no así el de todas las carnes

De acuerdo a la trayectoria mostrada en el transcurso del año y a lo que se puede proyectar hasta el cierre, el consumo local cerraría 2019 con una absorción de 2,3 millones de toneladas de carne res con hueso, un consumo per cápita en torno a 52 kg/año y un ajuste del 8% respecto al 2018.

La caída del consumo interno es de una magnitud importante, aunque no debiera sorprender tanto si se presta atención al contexto. La economía argentina se encuentra en recesión por segundo año consecutivo y con importantes segmentos de la sociedad con ingresos muy afectados por la inflación (asalariados informales, cuentapropistas).

Es muy importante advertir que la menor absorción de carne en el mercado interno ha sido (está siendo) acompañada de precios consumidor relativamente estables (en términos reales), lo que revela que la caída del consumo no obedece tanto a una “ausencia de producto acompañada de disparada de precios” sino más bien a una “ausencia de ingresos”, de recursos insuficientes en ciertos segmentos de la población para sostener la demanda en el nivel que venía teniendo.

Nótese que los precios góndola de cortes representativos de carne bovina (asado, nalga, paleta, etc.) de los últimos meses no fueron muy distintos (ajustados por inflación), a los que se observaron en 2017 y en 2018; más aún, los precios de los últimos meses se ubicaron por debajo (10% aproximadamente) a los que el mercado necesitó entre los años 2014 y 2016 para nivelar oferta y demanda interna, con la salvedad que el consumo interno de esos años era varios kilos per cápita superior al actual.

Otro comentario relevante es que si bien se tiene un consumo interno muy bajo de carne bovina, no es el caso del consumo de todas las carnes. En efecto, se estima un consumo promedio de 110 kilos per cápita para 2019 (consolidando las tres carnes locales más relevantes), una cifra que se asemeja a la del año 2009 y que supera, por caso, a la de los años 2010, 2011, 2012 y 2014, por citar los períodos más recientes.

Adicionalmente, el nivel de consumo de Argentina, al menos de las tres carnes bajo análisis, es de los más elevados del mundo. Ordenando países de acuerdo a esta variable, en una lista que incluye a vecinos de la región y también a países de otros continentes, Argentina ocupa el segundo lugar detrás de Estados Unidos, superando claramente a la Unión Europea, Brasil, Australia, Chile, Canadá, por citar algunos casos. Paralelamente, continúa siendo uno de los países con mayor consumo de carne bovina per cápita en la actualidad.

Finalmente, una tendencia que se consolida en Argentina, en línea con lo que sucede a nivel internacional, tiene que ver con una estructura de consumo más diversificada, con mayor presencia y paridad entre las distintas proteínas animales. Una estructura de estas características es la que se observa en otros países productores y exportadores importantes (Estados Unidos, Unión Europea, Australia, Canadá).

En un contexto de precios contenidos de hacienda, la vaca hace la diferencia

En lo que va del año los precios de la hacienda han evolucionado a distinto ritmo, con un mejor desempeño en algunas categorías que en otras. El caso que sobresale es el de la vaca, muy traccionada por el mercado de exportación, con valores que se mantienen bien por encima de los del 2018 en términos reales (descontando la inflación). Nótese que los precios actuales de la vaca son de los más altos de los últimos 7/8 años. En las restantes categorías, luego de un inicio de año con buenos registros, los precios se fueron desinflando y en los últimos meses ya pasaron a ubicarse por debajo de los del 2018 (en términos reales).

La evolución que muestran los precios revela los matices del mercado de hacienda. Por un lado, la exportación con una gran dinámica y muy focalizada en atender la demanda china, que no exige mucha calidad y por ende puede ser satisfecha con los animales de menor valor del rodeo (vaca); por el otro lado, el mercado interno, con muchos problemas para sostener el consumo, que sigue demandando animales de mayor calidad, pero que no tiene fuerzas suficientes para convalidar subas importantes de precios en góndola (y por ende de hacienda), incluso en un contexto donde el producto final se ha hecho claramente más escaso.

Por otra parte, los valores de la hacienda medidos en moneda extranjera se encuentran hoy muy bajos, lo que significa una gran ventaja competitiva para el sector exportador. En el mes de septiembre la hacienda se ubicó en torno a los US$ 1,14 por kilo vivo (precio promedio ponderado de los animales faenados, IG‐FN), el valor más reducido de los últimos 10 años. Un dato importante es que el país pasó a tener, con las últimas devaluaciones, la hacienda más barata de la región. Por otra parte, nótese que los precios más altos en dólares se registraron entre 2010 y 2015, cuando la oferta de hacienda para faena se había reducido en forma sensible luego de la liquidación de vientres 2008/2009, consecuencia de las fuertes intervenciones que sufrió el mercado de exportación durante esos años.