Mientras la sequía se despliega con un contundente avance en el sur de la región pampeana, en un momento clave para el trigo y para la siembra maicera, charlamos con el Dr. en Cs. Atmosféricas José Luis Aiello.

Las temperaturas más cálidas irrumpen por pocos días pero no logran tomar el control de setiembre. Algunas lluvias y tormentas aisladas han dejado acumulados moderados sobre parte de Córdoba, Santa Fe y norte de Buenos Aires. En Entre Ríos y el litoral, las lluvias sí mantienen una buena provisión de agua. Aiello explica que no se prevé un cambio significativo de la dinámica atmosférica en las próximas dos semanas. El cambio estacional no se dará en forma contundente. Hay que seguir los flujos de humedad del Atlántico, podrían colaborar en que lleguen las lluvias a fin de setiembre.

Con respecto al desarrollo de la campaña gruesa comenta que no es el mejor escenario, pero tampoco el peor. Sin Niño, pero tampoco Niña, Argentina podría tener un aliado en los pronósticos del Océano Atlántico. Si se afirma la tendencia de calentamiento, esta puede ser una fuente de humedad adicional para Argentina.

Pero también advierte que a medida que avance la temporada, y cuando la componente amazónica de humedad comienza a complementar la entrada de aire húmedo desde el Atlántico, puede expresarse el efecto de la quema de los bosques y pastizales de Bolivia y Brasil. “El flujo húmedo amazónico es vital para el noroeste argentino. Es muy difícil evaluar el impacto que esta enorme deforestación puede tener sobre ese flujo de humedad”.

—José Luis, ¿por qué se están tardando tanto en aparecer lluvias más importantes?

—Un componente fundamental es el frío, las bajas temperaturas están condicionando las lluvias. Fíjate que en los primeros 10 días de septiembre hubo una intensa irrupción de aire polar. El avance de aire más seco incluso llegó hasta el norte del país. Esta dinámica, más allá de algunos eventos moderados sobre la costa bonaerense, noreste de Buenos Aires y Entre Ríos, mantiene la ausencia de lluvias en la franja mediterránea cómo en el NOA y oeste del NEA pero también en la provincia de Buenos Aires. Entre las precipitaciones del este y el oeste, hay un déficit que se marca mucho más este año con respecto a la histórica diferencia estacional.

—¿Qué puede pasar con las lluvias en los próximos 15 días?

—El desarrollo de algunas lluvias y tormentas aisladas podrían ser el indicio de una posible recomposición en el régimen de lluvias con el avance de la primavera.

Pero no se espera un cambio significativo de la dinámica en las próximas dos semanas. El cambio estacional no se dará en forma contundente. Hay que seguir los flujos de humedad del Atlántico, porque podrían colaborar en que lleguen las lluvias a fin de setiembre.

—José Luis, ¿qué muestran los indicadores del Océano Pacífico?

—La temperatura superficial del Pacífico Ecuatorial central ha evolucionado a la neutralidad. Y probablemente se mantendrá así, anulando su incidencia en el aporte de humedad adicional durante la primavera y el semestre cálido de Argentina.

—Cada vez me hablas más del Océano Atlántico, ¿podemos esperar que nos compense esa faltante de humedad?

—Actualmente, el Atlántico no muestra anomalías de importancia. Pero los pronósticos indican la tendencia a un ligero calentamiento. Si su condición evoluciona en ese sentido, durante los meses de primavera tendremos en ese mecanismo una fuente de humedad adicional al régimen pluvial estacional.

—Entonces, ¿podría compensar la falta de humedad del norte?

—Es apresurado afirmarlo, porque hay que considerar que en el comienzo de la primavera, el flujo de aire del noreste es el que mayor humedad aporta. Y a medida que avanza la temporada, la componente amazónica comienza a complementar la entrada de aire húmedo desde el Atlántico, que recién está definiendo su comportamiento. El flujo húmedo amazónico es vital para el NOA.

—¿En esta campaña los incendios pueden afectar esa zona?

—Este año seguramente el noroeste puede tener menos agua en el inicio de su temporada de lluvias. De todas maneras, es muy difícil evaluar el efecto que esta enorme deforestación pueda tener sobre ese flujo de humedad. Pero es lógico suponer que la humedad aportada por la biomasa a la atmósfera será menor. La evapotranspiración que aportaban los arboles faltantes se hará sentir, y será más escaso el aporte de flujo húmedo adicional que le llegue a nuestro país.