Los últimos días han sido de extrema volatilidad.

La peor jornada fue la del lunes de la anterior semana.

El abrupto salto en la cotización del tipo de cambio, en un cuadro de aguda volatilidad dejó, a lo largo del lunes de esa semana, a la actividad comercial casi inmovilizada, en el mercado físico de granos.

Para colmo de males, ese mismo lunes salió la publicación del USDA; y así la ley de Murphy se cumplió a rajatablas.

El informe del USDA trajo grandes sorpresas. Por cierto, no alentadoras para los precios internacionales. Por ello, el gran golpeado fue el maíz.

El cóctel Molotov quedó armado en esas jornadas. Hubo momentos donde, por ejemplo, la soja a consecuencia de la devaluación, llegó a $14.700 por tonelada, en Rosario.

La incertidumbre cayó como un rayo sobre un mercado sin referencias para los negocios.

La depreciación del peso, hizo que la alícuota de los derechos de exportación se reduzca. Así, los márgenes quedaron mejor parados para los productos del complejo oleaginoso.

Entonces, se registró un mayor volumen de ventas al exterior. Porque además había empezado a “correr la bolilla” de que subirían las retenciones. Cosa que finalmente no pasó.

En fin…el reporte del USDA actuó como factor bajista en los precios internacionales, especialmente en el mercado de maíz. El cuadro fue diferente para la soja.

Qué pasó con el maíz. Se esperaba que el reporte hable de una menor producción de maíz de EE.UU. para la campaña 2019/20. La caída sería, según lo esperado, de cerca de 16 millones de toneladas.

Pero no fue así. El USDA sorprendió al aumentar la estimación productiva para la campaña en curso. Y obviamente, los precios reaccionaron en caída.

A esta altura de los acontecimientos, uno se pregunta si en la dirección del USDA no hay una suerte de Moreno estadounidense, ya que las estimaciones se prestan para todo tipo de dudas.

Ahora bien, si dejamos de lado el cuadro de expectativas para mirar lo que realmente está sucediendo, lo que se destaca es la continuación de la guerra comercial entre las dos economías más grandes del planeta. Los productores de soja norteamericanos se han quedo sin su principal cliente.

La reducción de las ventas externas a China llega a más o menos 21 millones de toneladas, entre septiembre/abril de 2017/18 y el mismo período correspondiente a 2018/19.

Tal reducción pudo ser compensada apenas un poco. ¿Cómo? Con exportaciones al resto del mundo.

Se aguarda que las exportaciones totales del país disminuyan mucho. Caerían a un nivel nunca visto en los últimos cinco años. Concretamente a menos de 50 millones de toneladas.

Otro tema que sigue en la balanza – quizás más grave por nuestro país- es el de la gripe porcina del gigante asiático a partir de la segunda mitad del año 2018. La baja en la cantidad de ganado porcino es impresionante y, consecuentemente, la reducción en la producción y demanda de estos animales.

Ergo: la demanda de harina de soja sigue sometida a la baja.

Resulta lógico aguardar que la semana ésta sea de menor incertidumbre con un tipo de cambio estabilizado. Tenemos un nuevo ministro de Hacienda que trae algo de aire fresco en el enrarecido clima de los últimos meses acentuado por los resultados de las PASO.