La siembra de EEUU comenzó con serios problemas de excesos hídricos que demoraron su correcta implantación e impulsó a muchos analistas a manejar distintos números de hectáreas sembradas y rinde viendo que tan grave podía ser la caída en la producción de soja. Si bien en un momento se pensó que se sembrarían más hectáreas (por un traspaso de área de maíz a soja, también afectado por las lluvias), el temporal demoró también la siembra de soja, estimando una caída del área general (de ambos cultivos). Además, lo que se sembró, se hizo sobre la fecha límite y esto corrió el período de llenado de granos, que es crítico para la definición del rinde. Consecuentemente, comenzaron a multiplicarse los escenarios de sensibilidad para estimar cuánta oferta menos habría en EEUU y a quien le irían a comprar esa soja los principales compradores.

Este tipo de análisis empujó el precio en Chicago que subió unos 30 dólares en dos meses y también el valor de la soja local, donde el precio de la posición julio subió de U$S 227/Tn a mediados de mayo a U$S 242/Tn a fin del mismo mes o U$S 240/Tn un mes más tarde.

A pesar de todo este marco alcista de corto plazo, vemos que los fundamentos de mercado no son muy auspiciosos. En primer lugar, los volúmenes de producción en Sudamérica son muy buenos. Brasil, por ejemplo, cosechó cerca de 117 millones de toneladas y Argentina se encamina a unas 56 millones con lo que la oferta agregada sigue siendo muy buena. En segundo lugar, los stocks de la actual campaña de EEUU son cerca de 30 millones de toneladas, es decir, de los más altos que se tenga registro. Eso es igual al 50% de producción argentina. O el 40% del saldo exportable de Brasil. Y en tercer lugar, consideremos que el principal consumidor de soja del mundo, China, está con una demanda mucho menor, producto de la guerra comercial con EEUU y la fiebre porcina que afecta el consumo de harina de soja e indirectamente el poroto.

Esta campaña el consumo esperado del país asiático alcanzaría las 85 millones de toneladas que es un 10% menos que el año pasado y el pronóstico para el año que viene, de manera conservadora, se encuentra en 87 millones y sería un incremento prácticamente nulo.

Es por todo esto que los datos duros siguen mostrando un escenario holgado en lo productivo y bajista en lo fundamental. Si el mercado de Chicago sigue mostrando subas en el corto plazo por la situación productiva, seguramente eso se traslade a los precios de Argentina. En ese caso, no debemos perder de vista lo comentado y pensar en cerrar números para asegurar un buen margen.

Por Ignacio Fernandez – Analista de Mercados en BLD - Docente de Agroeducacion
Fuente: Agroeducacion