Monzón detalló que actualmente el aumento del área sembrada es una variable que cada vez impacta menos por la escasez de tierras productivas y por el impacto ambiental que implica poner a producir alimentos en ambientes frágiles.

Por esa razón, se espera que el aumento de área representa únicamente un 9% del salto productivo mientras que la intensificación representará un 16% y el mayor rendimiento de nuevos materiales genéticos y el manejo será el que explique el 75% de aumento.

En estos tiempos la sustentabilidad no puede dejarse de lado. El compromiso de una producción responsable es ineludible. En este sentido, la intensificación es la respuesta a la mayor necesidad de alimentos y la necesidad de disminuir el impacto ambiental.

Hoy en día la brecha de rendimiento en el campo argentino es muy grande. En soja se logra entre un 50 a un 80% del rinde alcanzable mientras que en maíz se está logrando entre un 30 a 70% y en trigo de 35 a 70%. Esto implica que se pierde de producir una gran cantidad de granos y al mismo tiempo se está degradando al sistema.

La brecha se reduce con manejo, un campo bien manejado reduce la brecha de rinde a un 15-20% que se considera aceptable. Los campos bien manejados hoy están adelantados más de 10 años a sus vecinos únicamente por usar bien los mismos recursos.

Trabajando con un enfoque holístico se mejora un 24% la eficiencia en el uso del agua y un 23% en la eficiencia del uso de la radiación. En estos planteos se trabaja con nutrición balanceada y mejora la eficiencia de los nutrientes también.

Otro dato muy interesante es que se midió la degradación de glifosato en el suelo y en el tratamiento intensificado se mejoró notablemente.

Cultivos de servicios y nutrición del sistema

El investigador del IFEVA-CONICET Gervasio Piñeiro introdujo al estudio de los cultivos de servicios como mejoradores del sistema de producción.

Es sabido que la materia orgánica es un indicador de la salud del suelo y en este sentido Piñeiro destaca el papel que juegan las raíces de las plantas para este aporte. Así es que, en la comparación, un pastizal natural tiene 12 tn de raíces mientras que un cultivo de grano apenas alcanza entre 1 y 2tn.
Por otro lado, la materia orgánica no es siempre igual, sino que varía en función de la flora del suelo y desde la producción se puede favorecer a distintos tipos en función de la calidad del residuo que se aporta por las prácticas agronómicas.

El cultivo de servicio o de cobertura siempre es una buena decisión, mantiene el suelo cubierto, combate malezas, brinda servicios ambientales, mitiga la erosión y disminuye la emisión de dióxido de carbono a la vez que cualquier cultivo que se haga suma una tonelada de carbono. La clave está en buscar producir la mayor cantidad de materia seca posible y evitar el barbecho a toda costa. Por tal razón es conveniente la siembra en precosecha de forma de maximizar el ciclo, y lograr más cultivos por año que aporten la máxima cantidad de carbono al suelo.

Por otro lado, Piñeiro destacó que siempre es conveniente sembrar más temprano que secar el cultivo más tarde. Además destacó que, si bien este cultivo no se cosecha, la fertilización debe considerarse debido a que maximiza la producción y el nutriente queda en el sistema para los cultivos de renta a la vez que repone nutrientes necesario y mejora al sistema en general. Sumar leguminosas también mejora las condiciones debido a que aporta nitrógeno atmosférico a la materia orgánica.

¿Y el ambiente?

Carolina Sasal, investigadora del INTA Paraná, expuso acerca de los desafíos que implica el medioambiente en la producción, en un contexto en el cual la sociedad urbana cuestiona permanentemente al sector por la contaminación que supone.

Así es que la referente introdujo el tema evaluando cuanto se investiga en nuestro país el aporte de nutrientes a napas y cursos de agua, y encontró que es un tema que se investiga muy poco.

Por tal razón se realizaron diversas mediciones y experiencias con el fin de evaluar el aporte del sistema productivo a la eutrofización de los cursos de agua. En este sentido primero evaluaron mediciones en la cuenca del delta del Paraná donde no se encontraron valores que impacten en el ambiente, sino que por el contrario la calidad del agua sigue siendo es muy buena.

En experiencias en campo productivos se encontró que el aporte de nutrientes a los cursos de agua y napas freáticas es bajo y no está relacionado con los momentos de fertilización, sino que más bien tienen una relación directa con las lluvias.

Por tal razón, si bien la situación en general no es alarmante, el foco debe estar puesto en la prevención de la erosión hídrica. Esto se puede lograr con prácticas agronómicas que garanticen la cobertura de los suelos, la inclusión de cultivos de cobertura y el cuidado de la cobertura verde en explotaciones ganaderas. En este sentido, Sasal destacó que en el caso de la ganadería es importante dejar un margen en la orilla de los cursos de agua que actúen como amortiguadores del impacto que se pueda llegar a generar.

Nuevamente el monocultivo de soja es la situación donde se pierde más suelo y se contamina más el ambiente, este sistema pierde un 50% más de nutrientes que una rotación balanceada. Entre ganadería y agricultura, la ganadería tiene un riesgo mayor de movimiento de nutrientes al ambiente.