Según un informe de la Estación Agrometeorológica “Delfino Juan Palaoro” del INTA Las Breñas, Chaco,las lluvias hasta el momento registradas superan los valores históricos. En este sentido, asegura que en el último semestre van acumulados 1623,7 milímetros y el promedio anual en este punto es de 944,3 mm, lo que significa que llovió casi el triple que el promedio anual.

Además, el último informe del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar aseguró que la región del NEA tenía excesivas reservas de agua y las intensas precipitaciones registradas en las últimas semanas generaron anegamientos e inundaciones. Las lluvias fueron superiores a las normales y pusieron en riesgo las principales actividades productivas de la zona.

En este contexto de exceso hídrico con perspectivas climáticas de continuidad de abundantes lluvias en el noreste del país, los técnicos del INTA brindan una serie de recomendaciones para reducir las pérdidas, en especial en lo que refiere al manejo del ganado.

Federico Miranda, técnico del INTA Formosa, reconoció que las inundaciones impactan en forma directa al ganado y a largo plazo comprometen la productividad de los pastizales, cultivos y pasturas permitiendo el desarrollo de especies indeseables como las leñosas y malezas toxicas.

A pesar del riesgo que implica esta situación, el especialista se mostró optimista y aseguró que “un manejo cuidadoso y planificado puede ayudar a minimizar el impacto negativo en los animales para una rápida y efectiva recuperación del estado corporal”.

De todos modos, indicó que el daño varía en función a muchos factores entre los cuales el especialista destacó el tiempo que persiste el evento, el tipo de suelo que afecta, sales, velocidad del flujo de agua, su temperatura y cantidad acumulada en el perfil.

“Durante la inundación, el bienestar animal es la preocupación constante del productor y la alimentación del rodeo es el factor crítico, sobre todo cuando estos han tenido que nadar o caminar largas distancias para acceder a zonas seguras, ya que durante esta travesía han consumido mucha energía”, subrayó Miranda.

Para el técnico, la falta de áreas de pastoreo y de forrajes constituyen la principal preocupación del productor. En estos casos, consideró “fundamental” conocer los requerimientos mínimos de nutrientes y los alimentos que los contienen.

“Debemos tener en cuenta que al ganado en general consume entre el 2,5 al 3 % de su peso vivo preferentemente heno en situaciones donde no se dispone de pasturas”, detalló y agregó: “El alimento que le suministremos no debería de contener menos de 8 % de proteína y 50 % de Total de Nutrientes Digestibles (TND)”.

Si el alimento disponible es de calidad inferior, entonces se deberá agregar algún concentrado proteico que le permita al proveer al rumen con nitrógeno suficiente para fomentar el consumo del heno de mala calidad.

Aunque parezca una contradicción, los concentrados energéticos y de baja fibra deben ser evitados como única fuente de alimento, ya que pueden ocasionar trastornos digestivos y deteriorar la salud del animal.

En cualquier escenario, siempre se deben evitar los cambios abruptos en la dieta, agrupar a los animales en áreas donde hay una alta presencia de malezas toxicas y alimentar con granos y henos contaminados con sustancias químicas.

El manejo de la carga animal en aquellos potreros que fueron afectados es un factor crítico en la recuperación, por ello es fundamental implementar un sistema de pastoreo que regule la frecuencia e intensidad de la utilización del pasto, considerando el estado general del potrero y las demandas nutricionales de las categorías.

“Un mal manejo de la carga animal incrementa la densidad del suelo a través del pisoteo y consecuentemente su compactación e infiltración, favoreciendo la erosión superficial del suelo y su materia orgánica”, detalló Miranda.

Pautas técnicas cuando el agua retrocede

Mientras el agua cubra las áreas de pastoreo, estas, aunque no estén en con animales, están sujetas a la acción de la velocidad y temperatura del agua, en general aquellas zonas donde el agua permanece fluyendo y a baja temperatura se recuperan más rápido que aquellas donde el agua estuvo estancada y con temperaturas cálidas.

A medida que las aguas se retiren, surgirán otros problemas vinculados a la salud animal y la recuperación de las zonas de pastoreo. La producción de pastos –pastizales y pasturas–, después de un periodo de inundación, se ve afectada negativamente entre un 25 y un 30 %.

Por ello, el técnico recomendó realizar una adecuada evaluación de la superficie afectada y del estado y cobertura de las plantas remanentes. Se deberá determinar si se afectó la estructura y fertilidad del suelo, mediante un análisis de suelo. “Cualquier alteración puede afectar significativamente la germinación y crecimiento del pasto”, explicó.

Además, se deberá determinar la supervivencia y condición de las plantas afectadas, y analizar los riesgos de degradación de las pasturas y pastizales. También es importante fertilizar, en especial para reincorporar algunos nutrientes que son fácilmente lavados por el agua, como el Nitrógeno y el azufre.

Por último, se deberá implementar un sistema de pastoreo en aquellos potreros que se encuentren aptos para su utilización inmediata, como así también planificar la resiembra de los más afectados.

En términos generales, la cobertura en caso de pasturas no debe ser inferior al 60 %. Si la cobertura es menor a este límite, entonces deberá considerarse la resiembra de los mismos o la clausura hasta obtener un nivel adecuado de cobertura.

“El control químico de malezas debe estar incluido en los planes de recuperación en el mediano plazo, teniendo siempre en cuenta todas las normas y prácticas de aplicación de manera de asegurarnos un uso eficiente del producto”, recomendó, al tiempo que aconsejó optar por la siembra de un verdeo invernal.

“Esta decisión puede favorecer la recuperación del suelo y disminuir significativamente el avance de malezas al mismo tiempo de disponer de forraje fresco para su utilización por el rodeo”, explicó Miranda.

Después de una inundación existe el riesgo de la aparición de enfermedades infecciosas en el rodeo, aunque no es necesario alarmarse, si es muy importante controlar cualquier brote que pueda surgir, para ello se deben tomar precauciones.

“Es importante observar cuidadosamente la presencia de síntomas de enfermedades infecciosas como pneumonia, leptospirosis y dificultad de al caminar por infección de las pezuñas (pietin)”, detalló el técnico del INTA quien las consideró como las más probables de presentarse en lugares con alta densidad de animales con piso húmedo y moscas.

También es importante mantener al día el calendario de vacunación, eliminar apropiadamente los restos de animales muertos, controlar la población de moscas y mosquitos y evitar el hacinamiento.