“Desde inicio del año, en enero, ya veíamos que venía fuerte la sequía y depuramos rebaños; los animales improductivos había que sacarlos y hoy estamos menguados en población en un 20 por ciento.

“Bajamos el número de animales y nos quedarnos con los que son necesarios y productivos y, los que no, pues había que desechar para ajustar la carga animales en los potreros, porque no es posible atenderlos a todos con las fuertes temperaturas”, explicó.

Los productores se encuentran en el clímax de la temporada de sequía y, además de reducir la población en sus corrales, han aumentado el riego y hacerlo de manera más estricta.

Silos con yogurt

“Además de aplicar riego, cosechamos pasto maduro y ensilamos en microsilos. También compramos pacas y almacenamos, porque vemos que viene sequía fuerte y prolongada. También proveemos de sombra y de techos a los animalitos porque ellos lo resienten mucho, sobre todo los rebaños al aire libre para ayudarlos.

“Los silos los hacemos de pasto de corte como es el taiwán o variedades mejoradas como el M22, además ponemos maíz forrajero, de lo que hemos sembrado; se corta, se muele, se le adiciona una mezcla de yogurt del supermercado, que se diluye en media cubeta de agua y se pone en una bomba de 20 litros y se dispersa en el pasto, se le pone melaza para que tenga buen olor y se compacta, luego se amarra para que no entre aire y así dura 6 meses; no se echa a perder por las bacterias lácticas”, explicó el también ovinocultor.

Recordó que estas técnicas las han aprendido en los cursos que implementa la asociación y, aunque implican gasto, casi 4 de 10 productores los realiza; el resto compra pacas de sorgo y de pasto que venden los propios ganaderos.

Hasta julio

Los ovinocultores prevén que la sequía se prolongará hasta julio, en lugar de terminar en mayo, y las lluvias como la de ayer o en días pasados en la zona costera del Oriente representan un respiro por unas semanas.

“Nos preparamos desde enero para esta temporada de sequía, pero estamos en un momento crítico; es común ver en las redes sociales que se rematan carneros porque no hay capacidad para mantenerlos, tenemos menguada la población.

“En los precios del borrego finalizado no hay cambio, se mantiene en 45 pesos por kilo, pero el precio de carneras en baja condición corporal se paga de 28 a 30 pesos y, normalmente, andan en 35 a 38 pesos”, comentó.

Mientras para la milpa la sequía significa el tiempo de preparación de la tierra y los terrenos para recibir las lluvias y sembrar, para los ovinocultores representa el momento más crítico de su actividad y, ante la falta de capacidad, se ven obligados a vender a los borregos menos productivos.

Buenos ojos

Sansor Nah comentó que la puesta en marcha de un nuevo Rastro TIF en Tizimín para borregos, cerdos y ganado, les permitirá programar la producción y acceder a mercados, por lo que estarán atentos al arranque programado para dentro de un año.

“Era un cuello de botella y círculo vicioso, pero nos dicen que dentro de un año estará listo, por ahora andan buscando el terreno”, finalizó.