Casi como una expresión de deseo, derivada de la esperanza que todo ser humano pone sobre los pensamientos futuros, un año más tarde de iniciado el conflicto comercial entre Estados Unidos y China nos encontramos frente a la firme posibilidad que finalmente se llegue a un acuerdo.

Y la realidad es que les conviene a ambos. Pero quizá, un poco más a Estados Unidos. Es que China, luego de decidir "dar pelea" y no amilanarse frente al poderío estadounidense, tiene un as en la manga que se llama tiempo. Mientras que Donald Trump vuelve a rendir examen en algo menos de dos años, Xi Jinping puede gobernar China, si es que lo desea, hasta el último día de su vida.

En los tiempos que corren, Trump deberá brindar señales contundentes, sobre todo a los productores agropecuarios que lo apoyaron en su primera candidatura. Pero claro, esto último reviste un carácter político/estratégico y no económico. La economía pasa por otros lares. Sea como fuere, esta "guerra" comercial tiene que arribar a una solución. Máxime cuando el resultado después de un año son economías muy afectadas (y no sólo la de estos dos países) y un déficit comercial estadounidense con el gigante asiático mayor al de antes. Todo mal.

Pero, como versa el refrán: "Del dicho al hecho hay un largo trecho". Y, conociendo el "pedigree", más vale esperar a que haya algún tipo de documento redactado y firmado.

Por otro lado, también tenemos que tener en cuenta que resuelta la cuestión del conflicto comercial entre Estados Unidos y China (a la espera de), tendremos que escudriñar en las derivaciones que pueda llegar a tener el Brexit en las economías del continente europeo. En este sentido, difícil es hacer pronósticos, pero en cualquier circunstancia la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea no pareciera arrojar nada bueno, al menos en el corto plazo y sobre todo para las islas británicas.

Quizá lo interesante sea que ambas cuestiones deberán resolverse en el corto plazo. Particularmente en el caso del Brexit, la fecha límite es el 12 del actual, mientras que muchos ya hablan de un 90 por ciento de acuerdo entre los Estados Unidos y China, más allá de los tiempos.

Para bien o para mal, es muy probable que para fines de abril o principios de mayo estos temas ya estén definidos, justo cuando las siembras de la gruesa en Estados Unidos estén en su punto más álgido y se empiece a palpitar el mercado climático estadounidense, que tradicionalmente comienza en el mes de julio.

Por otro lado, volveremos a concentrarnos en los factores tradicionales del mercado de granos. Por caso, habría que interpretar bien la función de la demanda. Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), el consumo de aceite y de harina de soja, por caso, continuó creciendo durante el último año, a pesar del conflicto comercial.

Lo mismo ocurre con el poroto de soja, que continúa marcando un incremento en la demanda global interanual. Pero una cosa es el dato anual y otra muy distinta es la actitud y la distribución de la demanda a lo largo del año.

Sin lugar a dudas deberemos tener un poco de paciencia para poder volver a confiar en que la demanda sea el "driver" principal de este mercado en condiciones estables de la oferta. Y, para eso, tendremos que esperar al segundo semestre del presente año. Es durante este periodo y, clima mediante, donde las variables de oferta y de demanda puedan comenzar a marcar algo diferente. Estar atentos, en tal sentido, será clave.