Si hay un oferente mundial de carne vacuna que se debe mirar con atención, ese es Brasil. En especial para Uruguay, al ser vecino, socio y principal competidor en buena parte de los mercados de destino. Y del lado de la demanda no queda ninguna duda que es China.

Brasil, en los años de intensa crisis económica, fue un dolor de cabeza para países como Uruguay, competidores en el mercado internacional. El pináculo fue en 2015 y 2016, pero luego le ha costado salir, con una economía que creció a una tasa del 1% en 2018, después de un nulo avance el año anterior. Para peor, en lo que a carne vacuna refiere, el ciclo ganadero atravesó una fase de liquidación, por lo que la oferta aumentó y encontró un mercado interno deprimido por el escaso poder de compra de los brasileños. La válvula de escape fue la exportación, con ventas que superaron, por primera vez en 10 años, las 2 millones de toneladas equivalente carcasa.

Todo hacía prever que en 2019 se daría otro año de liquidación de vientres y una nueva expansión de la oferta de carne. Si bien es probable que la producción de carne vacuna vuelva a crecer en el año, empiezan a haber señales de moderación de la oferta que podrían revertir el ciclo antes de lo pensando. Y no solo surgen buenos augurios para quienes, como Uruguay, compiten palmo a palmo con el país del Carnaval y del jogo bonito, sino que también mejoran las expectativas desde el lado de la demanda.

El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) dio a conocer los datos de faena y producción de carne del último trimestre de 2018. Por más que volvió a crecer respecto al mismo período del 2017, lo hizo a una tasa inferior. En los primeros tres trimestres del 2018 el aumento de la faena había sido del 4% anual; en el cuarto el aumento fue de solo 1%. Una señal de moderación de la oferta del principal exportador mundial.

El ciclo ganadero depende, en buena medida, del precio del ternero. Cuando este valor es alto, el criador opta por mantener todas las vacas que pueda en el rodeo de cría, de manera de tener más terneros. Cuando ese precio es bajo, el criador se ve tentado a volcar más vientres para faena, determinando un aumento de la oferta y de la producción de carne. Pues bien, el precio del ternero ha evolucionado de forma positiva en los últimos meses, por tanto, hay argumentos para que los criadores empiecen a elegir la primera opción. En las últimas semanas el precio medio de los terneros de 180 kilos en los principales estados pecuarios de Brasil fue de R$ 6,7 por kilo. Un año atrás era de R$ 5,9. Al mismo tiempo, el precio del boi gordo, el animal que los ganaderos envían a faena, aumentó menos de 5%, por lo que prácticamente se mantuvo estable en términos reales. Por tanto, la relación de reposición (cociente entre el precio del ternero y el del gordo) mejoró para la cría.

En base a esto, empieza a ser más probable que el ciclo ganadero, en lugar de revertirse el próximo año, lo comience a hacer en el corriente, posiblemente en el segundo semestre.

Desde la demanda brasileña también llegan proyecciones positivas. Las magras tasas de crecimiento estarían quedando atrás y la expectativa para 2019 es de una expansión del PBI del orden de 2,4%. En base a ello, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) proyecta que el consumo per cápita de carne vacuna en Brasil crezca en 700 gramos en 2019, unas 145 mil toneladas que, en lugar de quedar disponibles para exportar, se consumirían en el mercado interno. Es un 7% de lo que Brasil colocó al mundo el año pasado.

Entonces, hay buenos augurios para quienes sufren la competencia brasileña en el mercado internacional, la cual en muchos casos, es a precios más bajos y, en otros, logra cotizaciones superiores, porque hay productos en los que los compradores prefieren el brasileño y lo pagan más caro.

Por supuesto que no es el único factor que influye en la tendencia de precios del mercado, hay muchos más, fundamentalmente vinculados con China. Pero desde Brasil, a quien hay que seguir tan atentamente, las cosas se ponen más lindas.