El trimestre diciembre-febrero normalmente se utiliza para estudiar el comportamiento estival. Durante este período las precipitaciones han mostrado una distribución temporal atípica, no necesariamente conveniente. Si solo se analiza el aspecto meteorológico de las precipitaciones, los acumulados que se concretaron durante este trimestre presentan una importante anomalía positiva, sin embargo, cuando se hace el desagregado mensual de las lluvias vemos una alternancia muy marcada entre déficit y excesos pluviales. El NOA, el oeste de CB, el extremo norte de la Mesopotamia y el oeste de sudoeste de la región pampeana siempre han mantenido una tendencia menos favorable que el resto de las regiones productivas en este verano y eso se refleja en anomalías negativas de la precipitación.

Cuando se mira el trimestre en retrospectiva, rápidamente aparecen las imágenes de las zonas inundadas en el centro del Mesopotamia, la zona algodonera de Chaco y Santiago y la difícil situación que sufrió el norte santafesino. Muchos sectores de ER, no se quedan atrás a la hora de resumir las zonas donde la sobreabundancia de agua estuvo presente de manera contundente y produjo severos problemas. Paradójicamente y en esta ocasión afortunadamente, las abundantes lluvias de la última parte de diciembre y gran parte de enero, permitieron acopiar las reservas necesarias como para sobrellevar gran parte del febrero seco que sobrevino.

Si vemos las provincias del centro, la marcada anomalía positiva sobre ER, se va moderando a medida que nos movemos hacia el oeste hasta cambiar de signo, llegando a condiciones extremas en la región puntana. Sobre el norte bonaerense los cultivos tuvieron también una cuota sobrada de precipitaciones, lo cual no se observa a medida que nos desplazamos hacia el sur del río Salado. Un núcleo seco bien marcado queda configurado en el extremo sudoeste de BA y el sur de LP, donde seguramente la gruesa ha fracasado. Sobre el sudeste el comportamiento de las precipitaciones ha sido más cercano al normal, aunque hubo falta de agua entre finales de más de tres semanas, aliviado por lluvias que comenzaron a llegar en los últimos diez días del mes. Las zonas costeras del sur bonaerense pueden haberse acoplado más al comportamiento del sudoeste de la provincia.

Los sectores de las provincias de SF, ER y norte de BA, que no resultaron perjudicados con anegamientos persistentes y pudieron sobrellevar la sobreoferta de agua, seguramente traccionarán hacia arriba los rendimientos de los cultivos de la gruesa. El análisis es más complejo sobre la provincia de CB, donde no es posible aventurar el resultado de la campaña solo considerando el mapa de categorías de lluvia. Sin embargo una mirada primaria, permite suponer que los resultados deberían decrecer al desplazarnos de esta a oeste.

Sobre el NOA, predominan lluvias por debajo de los valores normales. En este sector debemos destacar que sobre la franja agrícola de Salta, las lluvias pueden haber sido mejor que las que expone el mapa, de todos modos, los registros pluviales han quedado lejos de ser las generosas marcas que se observan sobre el NEA y en este caso, también en primera instancia, los resultados pueden verse ajustados a lo sumo a los rendimientos normales.

Sobre el extremo noreste de Corrientes y Misiones, los meses de diciembre y enero fueron inusualmente secos, algo que también impactó en la zona oriental de Paraguay, posiblemente imponiendo condicionamientos para el desarrollo de la soja.

En resumen, este mapa puede tener una lectura clara como herramienta de análisis meteorológico en la escala estacional. Agronómicamente presenta indicios de cómo pueden haberse desarrollado los cultivos, pero el oportunismo de la distribución temporal de las precipitaciones y la capacidad de los suelos para acopiar reservas, en definitiva han sido los principales responsables de los resultados productivos en esta campaña. Por cierto la misma aún no termina y vemos que las lluvias abundantes han vuelto a ganar protagonismo en el centro este del país, en general en zonas del litoral y el NEA. El escenario para la cosecha aun no queda definido, pero no se perfilan por el momento situaciones tan complejas como las que se observaron en la primera quincena de enero.