Hoy en día las mujeres son mayoría en entornos educativos formales de nivel medio y progresan más exitosamente en relación con sus pares masculinos. Por ejemplo en el caso de la Provincia de Córdoba, de acuerdo al anuario estadístico de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) correspondiente a 2017, se advierte que más del 60% de los estudiantes son mujeres. A su vez, del total de egresados universitarios, solo un tercio son varones.

Sucede que pese a tener un mejor desempeño educativo que sus pares varones, su tasa de participación en el mercado laboral se ubica por debajo de estos últimos. En el caso de los hombres la tasa de actividad representa al 54,3%, frente al 39,7% de las mujeres. Por otro lado, cabe destacar que la participación femenina se reduce al 31,2% si se observa el conjunto de mujeres con hijos.

En suma, la acumulación de destrezas vinculadas a los desafíos actuales del mercado de trabajo es un insumo indispensable para el crecimiento económico del país, más aún cuando esta estrategia puede combinarse con una mayor participación laboral femenina y el cierre de brechas salariales.

La ampliación o cierre del diferencial de género en el mercado laboral, en un contexto de cambios tecnológicos acelerados, dependerá en gran medida de las acciones de política emprendidas para abordar los problemas estructurales de la desigualdad de forma integral, y así garantizar empleos dignos para hombres y mujeres.

La igualdad de género constituye el Objetivo N°5 de Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) destacando que "que empoderar a las mujeres y niñas tiene un efecto multiplicador y ayuda a promover el crecimiento económico y el desarrollo" en el mundo. Afortunadamente la sociedad se perfila en esta dirección.

Si bien a lo largo de los últimos años en Argentina se observaron progresos significativos en el grado de involucramiento de las mujeres en el mundo del trabajo y la participación ciudadana, aún quedan temas pendientes por resolver en pos de alinear los esfuerzos de la política pública y las oportunidades de empleo que se presentan. Un claro ejemplo lo constituye el hecho de que la transformación digital está cambiando el mundo del trabajo y generando nuevas oportunidades en carreras relacionadas al uso de la tecnología.

La baja proporción de mujeres en estas carreras sugiere una pérdida de oportunidades que debe ser revertida. La acumulación de destrezas vinculadas a los desafíos actuales del mercado de trabajo es un insumo indispensable para el crecimiento económico del país, más aún cuando esta estrategia puede combinarse con una mayor participación laboral femenina y el cierre de brechas salariales.

La ampliación o cierre del diferencial de género en el mercado laboral, en un contexto de cambios tecnológicos acelerados, dependerá en gran medida de las acciones de política emprendidas para abordar los problemas estructurales de la desigualdad de forma integral, y así garantizar empleos dignos para hombres y mujeres.

Al mismo tiempo, el aumento de la participación de mujeres en las instituciones públicas hace que éstas sean más representativas, beneficiando a toda la sociedad. Concretamente, para dar paso a la igualdad de género y garantizar la inclusión las mujeres por su talento y aptitudes, es necesario la adopción de medidas y políticas, como lo auspicia Naciones Unidas, decisivas, visibles, cuantificables y medibles, específicamente dirigidas al logro de este objetivo.