BERLÍN, Alemania.- En pocas semanas, los productores de limones comenzarán su campaña 2019 con un escenario desafiante. Después de un 2018 con 1,8 millones de toneladas producidas y la reapertura del mercado estadounidense luego de 17 años, el sector prevé un volumen similar para este año, pero apunta a incrementar las exportaciones a Europa y a Norteamérica.

"Los volúmenes van a ser parecidos a 2018, pero la lluvia y el clima húmedo que tuvimos pueden impactar en la calidad. Los rendimientos van a ser más bajos de lo que son habitualmente", proyecta Romain Corneille, CEO de San Miguel, una de las mayores citrícolas del país.

Según datos de Federcitrus, la Argentina produce el 65% del limón del hemisferio sur. Es el producto cítrico de mayor volumen de exportación y tiene entre sus principales destinos a la Unión Europea (España, Holanda, Italia, Grecia), Rusia y Canadá. Además de la fruta fresca, se exportan derivados industriales como aceites esenciales, jugos concentrados y cáscara. Uno de los focos principales apunta a los Estados Unidos. Luego de enviar 7000 toneladas, el sector espera superar las 30.000 toneladas de limón en esta campaña.

En la actividad, no obstante, plantean que el actual contexto macroeconómico, con un tipo de cambio sobre el piso de la zona de libre flotación del BCRA, retenciones a la exportación ($3 y $4 por dólar, según el tipo de producto) y baja de reintegros, erosionó la mejora en la competitividad alcanzada tras la devaluación.

"Llevamos los planteos a los funcionarios, pero no hay respuesta", dice Pablo Lucci, dueño de Citrusvil, uno de los mayores procesadores industriales de limón del mundo, con sede en Tucumán.

Más allá de los factores macroeconómicos, una de las grandes amenazas para la producción citrícola local es la expansión de la enfermedad Huanglonbing (HLB) o Greening. En avance desde Brasil, esta patología arruina la calidad de las frutas mediante la acción conjunta de una bacteria y un pequeño insecto. La primera ataca las plantas, aún no tiene cura conocida y en poco tiempo destruye su producción. La segunda, conocida como chicharrita de los cítricos, es el vector que la transmite.

En alerta por este problema, cinco grandes compañías que trabajan en el NOA firmaron un convenio con Bayer para introducir en el país agroquímicos que prevengan la expansión de la enfermedad, mediante el control de la presencia del insecto. "Es letal para el sector. La producción de naranjas en Florida prácticamente desapareció y Brasil y México están con problemas serios", sostiene Carlos Parravicini, gerente general de la compañía tucumana Argenti Lemon, una de las firmas participantes del acuerdo, junto a San Miguel, Ledesma, Citromax y Citrusvil.

La iniciativa busca introducir en el país dos insecticidas de Bayer contra "insectos chupadores en frutas", entre los que se incluye el Diaphorina citri. Estos productos ya se comercializan en otros mercados, como Chile o los Estados Unidos, y demandarán una inversión superior a los US$200.000 en pruebas y análisis de resultados. Para su ingreso al mercado, deberán ser analizados y homologados por el Senasa.

"El objetivo es que cinco grandes empresas trabajen en buscar soluciones, para que luego puedan ser utilizadas por toda la industria", sostuvo Martín Carignani, country manager para la Argentina de San Miguel y presidente de Acnoa, la asociación que agrupa a los productores de cítricos del noroeste argentino. El plan se concentrará en las provincias de esa región (Tucumán, Jujuy, Salta), la mayor productora de cítricos del país que aún está libre de esta patología.

En cambio, sí ingresó desde Brasil al Litoral, donde ya compromete a algunas plantaciones. Las pruebas comenzaron en las plantaciones del NOA el año pasado y continuarán en 2019, con el objetivo de que puedan ser utilizados a partir de la campaña 2021. "Los componentes son los mismos que se emplean en otros países, pero es necesario realizar ajustes técnicos en el país", explican en Bayer.

En esta instancia, el producto se aplicará en plantaciones de Jujuy y otras regiones del NOA que, si bien están libres de la bacteria, ya tienen presencia del insecto vector. A su vez, se monitoreará el impacto de esta pulverización sobre el suelo y la fruta que luego ingresa a la cadena productiva para la elaboración de jugos y aceites esenciales.

"La iniciativa no se limita a la muerte del insecto, sino que llega a los residuos que quedan en la fruta o los productos derivados, para cumplir con los protocolos y las barreras paraarancelarias que existen en el mundo", explica Parravicini. El monitoreo sobre el proceso industrial se concentrará en Tucumán, la mayor productora de limones del país, que también concentra gran parte del procesamiento de la fruta.