Al inicio de la campaña gruesa, las estimaciones eran muy optimistas.

Desde el punto de vista climático, los pronósticos no eran malos, pues se estimaba la ocurrencia de El Niño, pero de forma débil.

Para la soja, se proyectaba una producción de poco más 54 millones de toneladas. Se trataba de un crecimiento del 45% aproximadamente, respecto al volumen de 37.78 millones de la campaña anterior. Y la intención de siembra se estimaba en algo más de 17 millones de hectáreas.

Respecto al maíz, se estimaba un volumen de casi 50 millones de toneladas. Y una intención de siembra de 9.35 millones de hectáreas.

Pero, a lo largo de diciembre estos números parecían un imposible. Todo había cambiado por los problemas climáticos. Y la noche amenazaba oscurecer las proyecciones de inicio.

El Niño apareció con una fuerza inusitada. Noviembre vino con luces de alerta y mucha, pero mucha, preocupación.

Durante diciembre y lo largo de enero, las precipitaciones y los excesos hídricos provocaron inundaciones en varias provincias del Litoral. Por ello, se declaró la emergencia agropecuaria para Santa Fe, Corrientes, Chaco y Santiago del Estero.

Las fuertes lluvias también llegaron al centro del país, en buena parte de la provincia de Córdoba.

Así el cuadro, la emergencia de las plantas en campos recién sembrados alcanzó niveles muy problemáticos. Además, se observó un acentuado retraso en las siembras de soja, sobre todo la de segunda.

Todo empezó a mejorar en los últimos días. Porque, si bien las lluvias continuaron con aguda intensidad, también hubo muchos días de sol.

Obviamente, la mejora se circunscribe a la zona núcleo, básicamente. Si bien las lluvias ocasionaron perjuicios en los bajos, en los campos restantes los beneficios son cuantiosos y no sólo para la soja sino para el maíz, especialmente.

Obviamente, hay regiones del país muy castigadas, donde los productores sufren las consecuencias de las lluvias. Otro mundo, para ellos.

Pero para la economía, el aporte del agro será decisivo, si febrero se comporta más próximo a los parámetros históricos.

De ahora en más, sería fundamental que el clima comience a regularizarse.

¿Es posible que sea así? Según los expertos, la segunda quincena de febrero mejoraría el clima.

En tal caso, si marzo y abril transcurren con lluvias “normales”, la cosecha será de un volumen próximo a lo proyectado, al inicio de la campaña.