Hasta hace unos dos meses, se creía que la cosecha iba a superar el volumen de 21 millones de toneladas.

Pero, la taba de la expectativa ha cambiado.

Escasez de lluvias, heladas tardías y granizo – a lo largo del ciclo- han sido los causantes de que hoy apenas lleguemos una cosecha con un volumen menor a lo esperado.

Sin embargo, frente al entusiasmo por el nuevo gobierno que prometía un giro de 180 grados en la política agrícola, se ha pasado de un promedio productivo de alrededor de 10 millones de toneladas durante el período de 4 años de Cristina Kirchner, al actual que, como estimamos, rondará en 18 millones.

Con datos recientes de la Secretaría de Agroindustria, de prácticamente 0 compromisos de exportación al 21 de noviembre, pasamos a casi 6 millones de toneladas para la mima fecha.

En el cuadro que sigue, se aprecia el mayor volumen de compromiso externo respecto a los dos años anteriores. Los exportadores se han comprometido, este año, en un volumen claramente superior frente a la posibilidad de que el precio del trigo en el mercado internacional aumente.


Prima facie, la conclusión que se puede sacar del cuadro es que la proporción de compromisos externos sobre la producción resulta muy elevada. Inusualmente alta. Ello significa que la disponibilidad que resta para asumir futuras necesidades de la industria molinera y de la exportación son demasiado limitadas.

Aun considerando lo que se arrastra de la campaña anterior, la oferta será una de las menores de los últimos años.

Si el mundo nos pidiera mayores exportaciones, la posibilidad de hacer nuevos negocios, aun con precios muy superiores a los actuales, sería acotada.

Con los compromisos de ventas externas que, al 21 de noviembre llegaban a 5,9 millones de toneladas, el sector exportador tiene el volumen necesario para hacer honor a los compromisos ya adquiridos.

Pero, la situación se revierte cuando se habla de potenciales negocios.

Paradójicamente, pese a que alcanzaríamos una cosecha extraordinaria en términos de lo sucedido, por lo menos, a lo largo de los últimos diez años, la capacidad de exportación para nuevos negocios es limitadísima. Y no sólo para ello, también para el consumo interno.

En síntesis, de acuerdo a las estimaciones, el trigo sin comercializar disponible es demasiado corto para lo que podríamos afrontar.

Con este cuadro, no debe llamarnos la atención que los precios a futuro se hallen en suba.

Por trigo, la oferta local se mueve en torno a 175 dólares ($6.600.-) con descarga, y a 188 dólares, con entrega en marzo de 2019.

Así el panorama, podríamos concluir que a partir de abril los precios deberían elevarse considerablemente.