Si uno toma el resultado fiscal consolidado (nación + provincias + municipios) puede observar que en los últimos 55 años siempre hubo déficit fiscal salvo en los 6 años que van desde 2003 hasta 2008. Esos 6 años de superávit fiscal no se explican por una buena administración del kirchnerismo sino que está basada, fundamentalmente, en que en diciembre 2001 se declaró el default de la deuda pública y por lo tanto, al dejar de pagarse los intereses de la deuda pública, mejoraron los números fiscales. Agreguemos los buenos precios internacionales de las commodities y el establecimiento de los derechos de exportación, y tenemos la explicación de ese breve período de superávit fiscal. Sí vale la pena destacar que el kirchnerismo, sin pagar la deuda pública ni los intereses, llegó a tener un superávit fiscal consolidado de 3,5% del PBI y entregó el gobierno con un déficit fiscal de 7,24% del PBI. Un recorrido de deterioro fiscal de casi 11 puntos del PBI.

De acuerdo a los datos elaborados por el Ministerio de Hacienda, que llegan hasta 2015, el gasto público consolidado pasó de 29% del PBI en 1980 al 47% que dejó el kirchnerismo en 2015 y que hoy no está muy lejos de ese nivel. Tal vez algún punto menos pero nada que haya generado un gran cambio en el nivel de gasto consolidado. Es decir, el gasto público consolidado aumentó un 62% con relación al PBI entre 1980 y 2015.

Cuando uno muestra estos datos y señala que el problema no es solo el déficit fiscal sino que, fundamentalmente está en el nivel de gasto público, la pregunta inmediata que surge es: ¿adónde cortaría Ud. el gasto público sin crear una crisis social? Pregunta algo ridícula porque hoy ya estamos en crisis social con este nivel de gasto público.

Gráfico 1


La fuente del gráfico 1 es el Ministerio de Hacienda, y muestra la evolución del gasto público consolidado en los últimos 35 años. Como puede verse, el gasto se disparó en la era k, en particular durante el gobierno de CF. Sin embargo, los problemas fiscales vienen de mucho antes, lo cual indica que ya el nivel de gasto público de la década del 80, incluso los 60 y el 70 no era sostenible por el sector privado. Si bien es cierto que el nivel de gasto público no es el único factor que impide el crecimiento de la economía argentina ya que hay otros como las regulaciones, el cierre de la economía, etc., sí es cierto que el creciente gasto público desde mediados del siglo XX y principios del XXI fueron los que llevaron a la destrucción monetaria por financiar el gasto con emisión monetaria, a los continuos defaults, pero sobre todo a tener un estado confiscador vía impuestos y en forma directa de los ahorros de la gente para financiar los momentos fiscales más críticos. En otras palabras, la inseguridad jurídica en Argentina para invertir se origina, en gran medida, en las barbaridades jurídicas que hizo el estado para financiar el creciente gasto público. Desde aplicar impuestos en forma retroactiva, pasando por cobrar impuestos para pagar impuestos (impuesto al cheque) e incrementar fenomenalmente la carga tributaria.

Gráfico 2


Ahora bien, buena parte del gasto público se explica por el incremento del empleo público, los subsidios económicos en la era k y lo que se conoce como el gasto público social, que tiene más de populismo que de otra cosa.

Si uno toma el gasto público social consolidado con relación al PBI, pasó de 14,5% del PBI en 1980 a 30,85% en 2015. Es decir, mientras el gasto público consolidado aumento 1,6 veces entre 1980 y 2015, el llamado gasto social subió 2,13 veces y nadie puede decir que los hospitales son una maravilla, la educación óptima o que los jubilados tienen un pasar digno.

Dentro de los rubros que componen el gasto “social”, el mayor aumento se da en previsión social (jubilaciones y pensiones) que tienen que ver con el disparate de los k de haber incorporado 3,5 millones de jubilados sin que nunca hubiesen aportado al sistema. Un sistema jubilatorio de reparto quebrado que terminó de ser fulminado por el populismo k.

Luego vienen los aumentos en planes sociales y sorprendentemente un aumento importante está en educación y en salud, todos rubros que están en franca decadencia.

De acuerdo al presupuesto 2019, el 63% del gasto público está en el rubro gasto social. De ese 63%, 50 puntos corresponden a seguridad social.

Al punto que quiero llegar es que la composición del gasto público muestra que la economía argentina tiene clara tendencia a la socialdemocracia con pretensiones que el sector privado pueda bancar todos ese populismo socialdemócrata aplastado con impuestos.

Guste o no, el problema fiscal argentino lejos está de solucionarse y en algún momento, si es que no queremos seguir en esta larga y agonizante decadencia, habrá que debatir seriamente tanto el sistema jubilatorio de reparto, que es inviable, y el gasto “social” en argentina. Gasto “social” que no ha sido otra cosa que recursos que la competencia populista ha llevado a niveles infinanciables con el objeto de tener clientelismo político y ganar las elecciones. Lo que he denominado democracia que ha derivado en competencia populista.

Sé que lo mío es políticamente incorrecto, pero no vamos a poder crecer y darle bienestar a la población si en algún momento no nos ponemos a debatir seriamente esta farsa del gasto social, que es donde está el grueso del gasto público que es el que aplasta la economía y la hunde cada vez más.

En definitiva, tenemos un gasto público social que es una máquina de generar pobreza y eso tendrá que ser revisado o podemos optar por la decadencia hasta llegar a ser un país fallido.

Fuente: Economía para Todos