Argentina es el país con peor protección del derecho de propiedad intelectual entre los países del G20 y ocupa el puesto 46 de 50 países en el Indice de Propiedad Intelectual, lo cual es un obstáculo para la llegada de inversiones y el desarrollo de la industria del conocimiento, según un estudio realizado por Geneva Network y la Fundación Libertad y Progreso presentado esta semana.

Esto no es un dato menor por el enorme potencial atractor de inversiones y generador de empleo de las industrias basadas en el conocimiento, que dependen íntimamente del derecho de propiedad intelectual. De acuerdo al trabajo de Libertad y Progreso y Geneva Network, los servicios basados en el conocimiento son de las exportaciones de mayor crecimiento en Argentina, creciendo de 151 millones de dólares en 1996 a 6.500 millones en 2015. En ese año, estas exportaciones fueron el segundo sector exportador más importante luego de la soja, alcanzando un 9,1% del total de las exportaciones. Estas actividades ya emplean 1,3 millón de personas en empleados de alta calidad, bien pagados y formales.

"Los países más ricos y desarrollados obtienen calificaciones por encima de los 30 puntos en este Indice de Propiedad Intelectual e incluso algunos otros que son admirados aquí por sus políticas en materia de innovación más que duplican la calificación argentina, como Israel y Taiwán. Y entre las naciones del G20, Argentina es el peor posicionado. El gobierno ha expresado su ambición de convertir a Argentina en un centro regional de innovación, para impulsar el crecimiento económico y crear empleos de alto valor agregado. Para lograr esta meta, debería reformar y mejorar el marco de los derechos de propiedad intelectual (DPI) de forma tal de alcanzar a los países que mejor desempeño tienen en ésta área", destacaron Martín Krause y Jorge Otamendi, colaboradores de la Fundación Libertad y Progreso, y Philip Stevens, director de Geneva Network.

De acuerdo a los autores, la economía del conocimiento es el futuro. "Sectores intensivos en conocimientos, tales como biofarmacéuticos, tecnología de la información, y entretenimiento son el motor del crecimiento y el empleo en la mayoría de los países de la OCDE. En las últimas décadas, algunos países han avanzado por este camino: Singapur, Japón, Taiwán. Los economistas concuerdan que el crecimiento económico sostenido depende de diversificar la producción más allá de las commodities y una industria básica y focalizarse en servicios, industria y producción agropecuaria de alto valor agregado, con mucho I+D. La economía del conocimiento tiene un enorme potencial para impulsar el crecimiento de la Argentina dado el contexto económico local y global, aumentando la productividad y la creación de empleo de toda la economía", explicó Krause. "En este contexto, un marco jurídico sólido de derechos de propiedad intelectual (DPI) es vital para asegurar inversiones en las industrias basadas en el conocimiento. Hacer reformas en este sentido dará frutos", explicó.

Tener un marco sólido de derechos de propiedad intelectual, especialmente el sistema de patentes, según los autores, conlleva beneficios tales como impulsar el crecimiento económico, mejorar la integración de los países en las cadenas globales de valor, promover la difusión de nuevas tecnologías, promueven la inversión extranjera directa y promueven a las startups.

Según el estudio, si bien desde 2015 la Argentina ha iniciado un cambio de rumbo, mejorando su calidad institucional y su inserción en el mundo, aún tiene muchos desafíos que atender.

Los talones de Aquiles de Argentina

Los problemas concretos que tiene el país en la materia se relacionan con temas como retrasos en la gestión de las patentes, criterios restringidos de patentabilidad, aplicación y control de estándares, protección de datos, protección de los derechos de autor, protección del secreto comercial, entre otros.

Por ejemplo, en cuanto a patentes, este se considera el sector más vulnerable en el marco local, más específicamente, en cuanto a las invenciones farmacéuticas y las de biotecnología. Para que florezca la economía del conocimiento el sistema de patentes tiene que ser transparente, predecible y eficiente. Obtener una patente puede demorar mucho tiempo; tanto que la vuelva inútil para muchos propósitos. Esto hace que los solicitantes abandonen los procesos o ni los presenten. Las demoras afectan las decisiones acerca de qué industrias reciben inversiones. Muchos países han mejorado el proceso de examinación de patentes mediante reformas tales como la digitalización de las oficinas de patentes. Afortunadamente, en Argentina algunos cambios han comenzado a producirse. Por ejemplo, la oficina de patentes, INPI, ha creado recientemente procedimientos más ágiles para solicitar patentes ya obtenida en otros paísesy en marzo de 2017, el INPI y la agencia similar norteamericana, USPTO, iniciaron el Patent Prosecution Highway (PPH) que podría agilizar los tiempos a futuro.

Además, Argentina es uno de los pocos países en el mundo que no ha firmado el PCT.

Otra debilidad del país se encuentra en los criterios de patentabilidad, con el desarrollo de patentes secundarias o posibilidad de editar genomas, modificando el código genético de una especie. Pero pese a la importancia de esta clase de innovación, la legislación argentina de patentes hace que sea muy difícil que las compañías locales tengan protección de cualquier desarrollo en esta área. De hecho, en 2016 el INPI aprobó menos del 5% de las patentes. Adicionalmente, otro gran problema relacionado a las patentes es la debilidad del sistema de protección y control de estándares.

Finalmente, un clásico problema vinculado a la propiedad intelectual es el de la protección de derechos de autor. Si bien la legislación existente es buena, el problema está en la aplicación y control de las normas. Las pérdidas estimadas de ventas debido a la piratería superado los 300 millones de dólares en 2007, de los cuales 215 millones corresponderían a software para empresas y 82 millones para grabaciones musicales (Rozanski, 2007). Según BSA, The Software Allliance, el 70% del software utilizado en Argentina es pirateado. Argentina tiene mucha jurisprudencia sobre protección de derechos de autor, pero no tiene tribunales específicos para derechos de propiedad intelectual. La falta de conocimiento técnico impide que los fiscales persigan casos y los jueces dicten fallos, dejando muchos casos en el limbo.

Un océano de oportunidades

De acuerdo al trabajo de Libertad y Progreso y Geneva Network, los servicios basados en el conocimiento son de las exportaciones de mayor crecimiento en Argentina, creciendo de 151 millones de dólares en 1996 a 6.500 millones en 2015. En ese año, estas exportaciones fueron el segundo sector exportador más importante luego de la soja, alcanzando un 9,1% del total de las exportaciones. Estas actividades ya emplean 1,3 millón de personas en empleados de alta calidad, bien pagados y formales.

Además de los servicios basados en el conocimiento, tales como contables, legales y de ingeniería, Argentina tiene una creciente capacidad en I&D. Las exportaciones de I&D han crecido en forma continua en los últimos 20 años, alcanzando 505 millones de dólares en 2015. En las actividades más complejas hay varias empresas argentinas que exportan servicios de I&D al exterior como Tenaris, INVAP y Satellogic[1]. También hay empresas argentinas que exportan I&D incorporadas a productos en áreas muy intensivas en conocimientos, como la biotecnología (por ejemplo, Bioceres, o Don Mario).

Éste es un buen punto de partida, pero existe un enorme potencial para alcanzar mucho más. La potencial recompensa es enorme: durante años, China ha estado integrándose más a las redes globales de I&D y ahora capta más inversiones extranjeras directas en I&D que los Estados Unidos. El sector farmacéutico lidera el camino con inversiones de 1.600 millones de dólares entre 2010 y 2015 según fDiMarkets.

Otro caso es el de la I&D médica, donde Argentina podría obtener importantes beneficios económicos si incrementa su participación, particularmente en la provisión de servicios de ensayos clínicos. Según la consultora económica israelí Pugatch Consilium, Argentina tendría un potencial de obtener 850 millones de dólares en inversiones dirigidas a ensayos clínicos, si el marco institucional y regulatorio mejorara (Pugatch Consilium, 2017).

En los Estados Unidos, por ejemplo, hace cuarenta años predominaban la agricultura y la industria, pero desde entonces ha ocurrido un gran cambio estructural y hoy el 85% del valor de las empresas en el índice S&P 500 proviene de "activos intangibles": ideas, conceptos, marcas y productos innovadores. La innovación es también crucial para el crecimiento económico; explica dos tercios del crecimiento de EE.UU. desde 1945.