En China, el Partido Comunista acaba de cumplir 69 años en el poder. La tasa de crecimiento del PBI en las últimas décadas ha sido asombrosa. Hay más chinos ricos que ciudadanos estadounidenses y la población total de esa nación supera los 1350 millones de personas. El ingreso per cápita en China medido por el sistema PPP (ponderación por poder adquisitivo) se acerca al de los países más desarrollados.

Entre China, la India y los países del grupo Asean (sudeste asiático) suman más del 50% de la población mundial. Todas afirmaciones innegables. Me permito agregar: China hace años que se ha convertido en un país invasor (la historia de la muralla fue).

Lo vimos en África, en Australia, en Canadá, en Brasil, en Rusia y en Ucrania. En todos estos países el avance de los capitales chinos en negocios vinculados con la energía y los alimentos es indiscutible. Pregunta: las recientes decisiones domésticas en materia de "retenciones" (a favor de exportar poroto de soja), ¿estarán vinculadas con ello?

Son muchos los organismos especializados en el tema que anuncian que China ya habría o estaría por superar a EE.UU. como primera potencia mundial. Es altamente probable que estemos asistiendo a ese proceso, luego del indiscutido liderazgo estadounidense en el siglo XX.

Ahora bien, en las 16 veces que el mundo asistió a un cambio de hegemonías, en 13 ocasiones se desembocó en una guerra. Pregunta: ¿hay espacio para una guerra convencional? La respuesta debería ser no. Para una guerra comercial, sí. Pues es lo que estamos viviendo desde marzo por iniciativa del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

Y el mercado de granos es testigo privilegiado y la viene "sufriendo" a través de su reciente "nave insignia": la soja. Evaluar las consecuencias de este fenómeno es tan apasionante como complejo.

Al respecto, se me ocurren un par de reflexiones para los economistas en general. Trump arremete contra China por el impresionante déficit comercial bilateral que sufre EE.UU. con la nación asiática (¡375.000 millones de dólares anuales!) y define crecientes aranceles para nivelarlo. Así, muchas naciones del mundo también reaccionan y peligra el multilateralismo, ante el avance cuasi inevitable del proteccionismo.

Pero cuidado. Occidente ha mostrado muchos años de crecimiento sin inflación "gracias" a los bajos precios de los productos manufacturados chinos. ¿O no? Si la salida de la encrucijada es la secuencia aranceles, inflación, suba de tasas de interés y mayor proteccionismo, las cartas más importantes de esta partida están por verse. Para pensar.