El mundo está cambiando a pasos acelerados. En la tecnología, en la forma de producir y en las costumbres. ¿Esto tiene algún impacto en los agronegocios? ¿Cómo piensa el productor agropecuario argentino en este contexto? ¿Cómo adopta sus decisiones? Estas y otras preguntas son las que buscó responder la Encuesta Nacional de Productores Agropecuarios (Enpa) del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, en asociación con la Universidad de Purdue, de Indiana, Estados Unidos. Sus resultados fueron analizados en una jornada donde también se presentó el Ag Barometer, un índice de confianza del productor agropecuario que mide sus expectativas y el estado de ánimo.

Si hay algo que caracteriza al productor es el optimismo, según surge del AgBarometer. De otra forma no se explica que el 48% haya respondido que dentro de un año su situación financiera será mejor que en la actualidad, contra un 20% que dijo que será peor. Y eso que la mayoría de los consultados (53%) respondió que su situación financiera actual había empeorado en relación a 2017. Además, el 76% dijo que el actual no era un buen momento para encarar inversiones importantes en maquinaria, compra de tierras, cabezas de ganado, capacidad de almacenamiento o bioenergía. Los motivos del por qué están peor son conocidos: sequía, suba de las tasas de interés, oscilación de precios y mayor presión impositiva. La razón del optimismo habría que buscarla, quizás, en cómo se ve a sí mismo el productor agropecuario. De acuerdo con la Enpa la percepción propia dice que el "productor tiende a verse con gran confianza en sí mismo, cumpliendo sus objetivos, exitoso y con optimismo respecto del futuro". Pese a los vaivenes de la política y la economía esa visión no ha cambiado.
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En el medio plazo, esa perspectiva optimista se profundiza. Según el Ag Barometer, el 81% de los productores consideró que en los próximos cinco años el sector agropecuario argentino tendrá "mayormente buenos tiempos que malos tiempos". ¿Es una visión ingenua? Por la forma en los productores dicen que adoptan sus decisiones no lo parece. "Tiende a considerarse más analítico que intuitivo", dice la Enpa. En una escala de 1 a 9, el 53,7% dijo que para la toma de decisiones se veía con más énfasis en el primer aspecto que en el segundo.

Esa visión positiva deberá atravesar una dura prueba. Cuando se los consultó sobre los desafíos de negocios que enfrentarán en su operación agropecuaria en los próximos cinco años, un 21% dijo que "el clima", un 20% la inestabilidad política, un 9% las retenciones y otros impuestos y un 9% el financiamiento y acceso al crédito. Apenas un 5% consideró a la adopción de tecnología como un desafío para el mediano plazo.

"Deberíamos estar pensando en posicionar a la Argentina como plataforma de los nuevos negocios de la bioeconomía", dijo el empresario agroindustrial Gustavo Grobocopatel en la jornada organizada el martes pasado en la sede del Banco Galicia. "Nos han puesto a discutir cosas defensivas", añadió. "Y deberíamos estar analizando cómo enfrentamos el cambio tecnológico, la robotización, la uberización de la logística o la biotecnología pos granaria", sostuvo.

Otra de las barreras por superar es la del financiamiento. Manuel Ron, presidente de BIO4, dijo que, como consecuencia de la inestabilidad económica, desde abril pasado no hay empresas que emitan una obligación negociable. Sin embargo, también precisó que hay proyectos en marcha que, con reglas de juego más sólidas, podrían encontrar capital disponible. Explicó que su empresa tiene en carpeta un plan para producir proteína animal a partir de la burlanda que podría integrar con un frigorífico. "Se requiere de una inversión de entre 30 y 40 millones de dólares para readecuar las plantas para exportar, pero nos encontramos con gente que nos dijo que temía que en un futuro se volvieran a restringir las exportaciones", destacó.

Pese a las dificultades de la coyuntura, en la jornada se coincidió sobre la necesidad de apuntar al financiamiento de largo plazo y a las asociaciones.

"En países como Holanda o Australia, el 80% del financiamiento de los productores es a largo plazo", destacó Mariano Ingaramo, del Rabobank. "Aun los productores hortícolas de 1,2 hectáreas se asocian con industrias", explicó. "Cada vez más se apuntará a la estructura de capital óptimo que se da por el balance entre el riesgo y el rendimiento", señaló.

Sobre las posibilidades de financiamiento, el consultor José Gobbee destacó el papel relevante que están teniendo los grandes fondos de inversión, "Muchos de ellos están apuntando a las tecnologías del agro. Tenemos los casos en el exterior de Indigo, en inoculantes, o en la Argentina con plataformas digitales como Wuabi o de atracción de proyectos de inversión como AdBlick", señaló.

Lo que se viene

La encuesta buscó también desmenuzar el perfil promedio del productor. El 45% de los productores tiene menos de 45 años, y solo el 7% tiene más de 65 años. A su vez, el 94% son varones. Aunque cada vez hay más mujeres a cargo de empresas agropecuarias, se advierte que hay un largo trecho para alcanzar la paridad de género. De ese universo el 22% tiene menos de 35 años. Al respecto, Grobocopatel apuntó que "todavía no se hizo el traspaso de nuestra generación a los más jóvenes. Por mi papel de proveedor de servicios veo que tienen una forma de pensar diferente a la nuestra".

Este cambio generacional se está reflejando en las estrategias empresariales. La Enpa reveló que el 44% de los productores está dispuesto a comprar insumos por Internet. "Esa es una tendencia que va a obligar a las empresas de insumos a modificar su organización", dijo Bernardo Piazzardi, profesor e investigador del Centro de Agronegocios de la Universidad Austral. Uno de los tantos cambios de paradigma que ya está en marcha y al que conviene prestarle atención.

Tiempos de integración

La Encuesta Nacional de Productores Agropecuarios (Enpa) que llevó adelante el Centro de Agronegocios de la Universidad Austral en asociación con la Universidad de Purdue, Estados Unidos, alcanzó a 818 productores de diferentes escalas que, en conjunto, cosechan poco más del 80% del girasol, el maíz, la soja y el trigo de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.

"Por la velocidad de los cambios en el modelo de negocios en vez de realizarla cada cinco años la haremos cada dos años", destacó Bernardo Piazzardi, profesor e investigador de la Universidad Austral en agronegocios.

"Como sucede en otros países, la tendencia que va a creciendo es la de la asociación. Antes era impensable que un productor pensara en unirse con una industria para un proyecto y ahora dicen que están dispuestos a hacerlo", añadió Piazzardi.

En tanto, Marcelo MacGrech, del Banco Galicia, señaló que se difunden con mayor frecuencia las historias de integración y de quienes buscan transformar proteína vegetal en proteína animal.

Al mismo tiempo, la Enpa reveló que está decreciendo el número de productores que buscan alquilar en campos de terceros para expandir su actividad.

El escenario futuro

Tendencia

La Enpa reveló que hay una menor intención de producir en tierra de terceros, que hay un bajo o nulo crecimiento en el cultivo de soja y un alto incremento de inversiones en actividades vinculadas con la proteína animal.

Inversiones

El 92% de los mega-productores (más de 10.000 ha) prevé hacer inversiones en los próximos cinco años. Los grandes (más de 1800 ha), 86%; los comerciales, (entre 600 y 1800 ha), 84%, y los medianos, 64% (300 y 600 ha).

Expectativa

En promedio, para los próximos cinco años los productores prevén crecer 18% en superficie. Esto incluye a los cultivos y a las pasturas. Los mayores porcentajes corresponden a medianos (26%) y comerciales (26%).

Rubros

Los rubros que tienen mayor expectativa de crecimiento son la producción porcina (100% para los productores medianos y 525% para los mega productores) y la producción de pasturas (91%, en el caso de los mega).

Ganadería

En cantidad de cabezas de ganado bovino, los productores encuestados piensan crecer 44% dentro de cinco años; por ramas, se estima un aumento de cabezas de 25% para la lechería y 111% en porcinos.

Por: Cristian Mira