El salto del dólar deja en mejores condiciones económicas al sector agropecuario, no hay dudas. Pero detrás de esa visión general, hay muchos matices que conviene tener en cuenta para que el análisis contemple las diversas actividades que se engloban dentro de “el campo”. Más allá de las también múltiples situaciones particulares de los productores. Por ejemplo, es clave diferenciar a los que resultaron afectados por la sequía de los que no, a los que tomaron créditos en dólares de lo que no tienen deudas, y a los que pudieron o pueden vender todavía la producción que, está claro, ahora vale más.

Yendo al grano, el dólar a $40, que llevó la tonelada de soja cerca de los 10.000 pesos, la de trigo a $8.000 y la de maíz a $5.000 (en todos los casos, el doble o más, en pesos, que lo que valía a principios de año), sin dudas deja bien parado al que tiene granos guardados. Pero no son muchos.

El analista Pablo Adreani, socio fundador de Guru Market, un grupo que conecta por WhatsApp a calificados operadores del mercado granario, calculó que “en estos momentos los productores tienen un total de 16 millones de toneladas de maíz sin vender, otros 15 millones de toneladas de soja y 2 millones de toneladas de trigo. En el análisis global estamos hablando de un total de 33 millones de toneladas, sobre la producción de 100 millones de toneladas que dejó la menguada cosecha pasada”.

Con todo, aun en un escenario de bajos precios internacionales de los commodities como el actual (por buenas cosechas globales y la incertidumbre sobre las compras chinas a Estados Unidos), la ecuación es favorable. Adreani precisó que “el valor de mercado del volumen sin vender, tomando en cuenta los precios de los commodities agrícolas al 1 de agosto, era de US$7.363 millones. Un mes después, con la baja sufrida en el precio de todos los productos agrícolas, soja y maíz sobre todo, el valor de mercado del volumen sin vender llega a US$6.545 millones. La pérdida neta real por diferencia de precio en el inventario es de US$818 millones”.

Pero, el beneficio por la mejora en el tipo de cambio más que compensa ese declive. “Durante agosto, el dólar subió de 28 a 40, un aumento del 43% en un mes, provocando en el ingreso bruto de los productores una mejora de US$1.390 millones que, descontados los US$818 millones, deja a los productores un saldo favorable de US$572 millones”, indicó Adreani.

Matices

​“Hay que tener en cuenta muchos matices, porque los productores que exportan tienen posibilidades de captar rápido los dólares, pero los más vinculados al mercado interno están peor que la semana pasada y posiblemente van a sufrir”, explica Juan Manuel Garzón, economista jefe del Ieral (Fundación Mediterránea).

“Semejante salto no le sirve a nadie porque la inestabilidad tiende a paralizar actividades. El campo con el dólar a 25 pesos ya tenía buena rentabilidad y ahora, por ejemplo, va a a tener serias dificultades para cubrir créditos y volver a financiarse”, reflejó David Miazzo, economista de Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino (FADA).

“A corto plazo la mejora es notable, pero incluso para la agricultura extensiva que se exporta el horizonte largo no es tan claro, porque lo que puede ganar en una cosecha va a volver como dificultades de capitalización en la próxima, teniendo en cuenta que muchos insumos y costos logísticos están dolarizados”, puso en consideración el ingeniero Hernán Fernández Martínez, asesor en diversos establecimientos en distintas regiones del país.

El consultor independiente Horacio Busanello, ex CEO de Los Grobo, destacó que “la devaluación es un gran alivio para las economías regionales que tienen una salida exportadora como peras y manzanas del Valle de Río Negro, o el algodón. Pero los productores que tienen su producción atada al consumo local van a sufrir por la caída de consumo, las altas tasas y aumentos de costos. Es el caso de los tamberos. En cambio, las exportaciones de carne se van a potenciar mucho más. Para el trigo que fue sembrado con un dólar promedio de 28 pesos significa una valorización en pesos del 42%. Algo parecido sucede con otros cultivos extensivos como soja, maíz, girasol y sorgo”.

Vislumbra Busanello que “este tipo de cambio es alentador luego de una muy mala cosecha donde quedaron sembradas más deudas que ganancias. Y la rentabilidad se potencia porque los costos fijos en pesos, así como los variables tipo fletes y combustibles, van a tardar en reaccionar”.

De todos modos, más que la foto hay que mirar la película. Aunque el tipo de cambio mejora sustancialmente las ecuaciones exportadoras, habrá que observar la evolución de los precios internacionales por exceso de producción/ stocks en el mundo, así como la guerra comercial chino-americana. Garzón advierte que “la mejora competitiva para el campo podrá ser tal si no se la devora la inflación de los próximos meses”.

¿Víctima o socio?

El economista Antonio Sesin, vicepresidente de Besfamille SA, pone el foco en el campo como generador de las divisas que faltan. “Las teorías conspirativas nada dicen de que la única razón por la que sube el dólar es que su único oferente no ha podido generar las divisas suficientes para calmar la demanda. Los efectos de la sequía han generado que la enorme caída en la producción nos deje con unos 10.000 millones de dólares menos. Ese desajuste en la oferta, corregible en principio desde el precio, ha generado que el precio del dólar casi se duplique en estos últimos 130 días. Ni los casi 10.000 millones de dólares conseguidos al FMI han servido para compensar los 10.000 que el campo dejó de exportar.

Y concluye que “el equilibrio se logrará, no a un precio que cierre la cuenta corriente sino cuando el país muestre indicios de que generará divisas suficientes para abastecer la demanda. Tendríamos que analizar cuáles son las variables que van a ayudar a dinamizar el sector. Solo cuando esto ocurra encontraremos un tipo de cambio de equilibrio, aunque la balanza comercial sea o no deficitaria”.

En ese sentido, en medio del debate sobre retenciones, Adreani sacó cuentas y estimó que con una cosecha récord esperable de 145 millones de toneladas “el sector agropecuario nuevamente sacara al país de esta crisis y podremos comenzar el camino del crecimiento económico. Porque ingresarían divisas por US$31.486 millones (contra 19.700 millones en 2018), las retenciones serían US$4.317 millones (US$2.290 millones en 2018)”.

Con ese nivel de ingreso por retenciones, según el sistema actual, “no es necesario modificar ni tampoco es necesario volver a implantar las retenciones a los productos de la agroindustria exportables. Se generaría más empleo, más actividad económica y mejores salarios para la población. Este es el mejor antídoto para cualquier suba de precios”, concluyó Adreani.