Sin dudas, por su impacto directo en el bolsillo (mayor aun entre la población de menores recursos), el dato que sorprendió a los analistas fue la fuerte suba del llamado IPC núcleo. Son aquellos precios cuya variación podría considerarse "pura", esto es, no depende de medidas oficiales (como los regulados) ni de causas estacionales (como muchos alimentos frescos o la indumentaria de temporada). Así como en marzo esa variable superó la inflación general, estuvo muy cerca en el acumulado trimestral (6,3% versus 6,7%).

Es cierto que, en buena medida, lo que pasó allí fue que esos bienes recibieron el impacto "de segundo grado", esto es, el pase a precios al consumidor de los aumentos de tarifas y el traslado de la devaluación del peso que sufrieron los productores de bienes. La apuesta, una vez más, es al segundo semestre, cuando se espera que amainen esos efectos.

Pero, más allá de la inflación, varias consultoras comenzaron a revisar a la baja el nivel de crecimiento para este año. Un informe del economista Daniel Artana, de FIEL, señala que, más allá de los datos "auspiciosos" de los últimos meses (alza del PBI del 2,9% en 2017 y del 4,1% en enero, aumento de la inversión al 20,5% del PBI, mejoras en industria y construcción en febrero), "hacia adelante habría algunas dificultades que harían difícil alcanzar un crecimiento del 3% durante el año".

Apuntó, en primer término, al impacto de la sequía, que provocará una caída de la cosecha del 20%. Y al probable aumento de la tasa de interés por parte del Banco Central, si no cede la inflación, para que no se aleje tanto de la meta del 15%. "Un endurecimiento relativo [de la política monetaria] podría bajar la inflación, pero también afectar algo el ritmo de crecimiento", concluyó.

Las velas están prendidas para que Brasil , principal cliente, no sienta el impacto político y confirme una expansión del 3%.