La forma más eficiente de aumentar los rendimientos de un cultivo -en este caso la soja-, pasa fundamentalmente por levantar los pisos de rendimiento en aquellos ambientes que pueden presentar problemas relacionados con déficits de elementos, como el Calcio. Este, junto con el Magnesio, son fundamentales en muchos procesos fisiológicos y su absorción no depende tanto de su presencia en el suelo, sino de su relación con otros cationes como el Potasio y el mismo Magnesio, donde las alteraciones en las relaciones pueden llevar a deficiencias relativas. Esto quiere decir que, habiendo suficiente cantidad de elemento en el suelo, el mismo no es absorbido por las plantas debido a sus interacciones con otros elementos.

El Calcio cumple muchas funciones en la planta, pero dos se destacan sobre las demás:

· Es el responsable de unir las diferentes células de un tejido, otorgándole fortaleza al mismo.

· Es el responsable del alargamiento del tubo polínico, dándole más velocidad de elongación y por lo tanto, aumentando la posibilidad de que ese grano de polen fije un grano.

Dado que es un elemento que se transporta dentro de la planta mediante el flujo masal de agua, su llegada a puntos extremos como brotes y flores depende del nivel de transpiración del cultivo. Si es baja debido a la poca disponibilidad hídrica en el perfil, el aporte del elemento por vía foliar permite llegar a puntos extremos de la planta mejorando la brotación y, por lo tanto, el índice de área foliar óptimo para el llenado de granos y también a los granos de polen de la flor, aumentando la posibilidad de cuajado de las mismas.

Por su parte, el Boro es un elemento fundamental con presencia en los órganos reproductivos de una planta como anteras, estilos, estigmas y ovarios. Su presencia en niveles correctos ayuda a mejorar el fijado de frutos y semillas, aumentando su cantidad y calidad. Pero numerosos factores pueden alterar la disponibilidad del Boro desde el suelo, como:

· Las reservas en el suelo: en general son bajas en los suelos de textura gruesa y pobres en materia orgánica.

· El pH del suelo: la asimilabilidad del Boro disminuye a medida que aumenta el pH del suelo, y más si existe un exceso de arcilla.

· La humedad del suelo: las lluvias fuertes pueden lavar el Boro del perfil del suelo. Períodos prolongados de sequía favorecen la fijación de este elemento pasando a formas no disponibles.

· Elevadas temperaturas y una fuerte intensidad luminosa acentúan los síntomas de deficiencia de Boro.

· Las interacciones con otros elementos nutritivos: las fertilizaciones nitrogenadas en grandes cantidades atenúan los excesos de Boro. Estudios muestran una sinergia entre las absorciones de Boro y Fósforo, Potasio, Calcio y Magnesio, estando estos macroelementos en cantidades no excesivas. Por el contrario, Potasio, Magnesio, Hierro y Molibdeno a elevada concentración ejercen un antagonismo en la absorción de Boro.

Así, el aporte foliar de estos elementos permite llegar a los puntos de crecimiento o reproducción de las plantas con mayor eficiencia y seguridad. En ambientes complicados, con falta de agua, excesos de temperaturas y fuertes intensidades lumínicas, es muy probable que aparezcan déficits inducidos de este elemento y por lo tanto la productividad potencial del cultivo de soja sea menor.

Stoller posee en su cartera de soluciones a Sett®, un producto formulado en base a Calcio, Boro y cofactores de crecimiento, que permite un mayor fijado de frutos y semillas al aportar a la flor los niveles adecuados de Calcio y Boro, a pesar de situaciones climáticas o ambientales desfavorables.

Resultados de ensayos realizados a nivel nacional muestran que, en aquellos ambientes donde las condiciones son desfavorables a la producción, las diferencias de rendimiento rondaron el 9%, mientras que en los ambientes de mejor condición las diferencias fueron del 4 al 5%. Así, en una realidad productiva que termina trabajando por un 10% de rentabilidad, aumentar los ingresos en estos niveles puede significar duplicar la rentabilidad esperada.