Ricardo D. Bindi, Agromercado - Diciembre 2009

Necesidad de repensar 180° la administración del agua. Temas para trabajar a fondo, e iniciar una nueva década con cambios positivos a partir de la agroindustria.

Dentro de los actores de la cadena agroindustrial, existe cada vez más conciencia respecto a “producir conservando”. Esto significa entender y actuar sobre la base de la sustentabilidad y eficacia de los sistemas productivos, cuidando la sostenibilidad del ambiente. Dicho de otro modo, se trata de la necesidad de vivir en el presente, de tal modo que no se ponga en peligro el futuro. Pensadores como el Prof. Peter Senge del MIT, plantean la revolución que se produce más o menos silenciosamente a lo largo del globo, y la necesidad de estar al tanto de sus potenciales efectos.

15.000 lts de H2O / kg de Carne

El Ing. Fernando Vilella, Director del Programa de Agronegocios de la UBA, plantea el foco que hay que poner desde la agricultura en los cambios que se vienen. Analicemos la “relación agua / alimentos”: para producir 1 kg de maíz se necesitan 1000 lts de agua; para 1 kg de soja 1200 lts; 1 kg de cerdo o ave 5000 lts; pero…, 1 kg de carne vacuna son 15.000 lts de agua!. En el fondo estamos exportando “agua con mucho valor agregado”. Países como China e India representan el 40% de la población mundial, y se encuentran al tope de su capacidad productiva agrícola, y de su disponibilidad de agua.

Veamos un dato no menor, el Río de la Plata arroja al Atlántico alrededor de 300 lts. de “agua dulce” por habitante del mundo “por día”. Ninguno de estos litros se aplica a la actividad agrícola (¿se acuerda de la sequía que tenemos desde hace 2 años?). Tenemos agua…, pero no la utilizamos. Más vale cuidar cada insumo componente de este valor creado a partir de la cadena agroindustria, “sobre todo el agua”.

Nuestro consumo diario de agua y alimentos, representa alrededor de 5000 lts por habitante; países más pobres con menor dieta basad en carnes, reducen estos requerimiento. Pero la hipótesis que se plantean los investigadores en agroalimentos, está relacionada con el creciente incremento en: cantidad de habitantes, consumo de alimentos y consumo de carnes. Esto traerá “cambios muy profundos” en los hábitos, pero también en las nuevas formas de producir estos alimentos desde el campo.

Medio ambiente

Solo las crisis y los golpes fuertes generan cambios profundos. Pero, ¿hará falta que eso ocurra? A lo largo de la Era Industrial, de la cual algunos pensadores sostienen que todavía no hemos salido, se han incrementado en un 30% las concentraciones de C2O en la atmósfera y viene creciendo rápidamente. La sobre-utilización de combustibles fósiles, emite 8000 millones de tons. de carbono por año. Pero pensemos en lo siguiente: “esta cantidad es más del doble de la que puede ser removido de la atmósfera y absorbida por la biomasa natural” (árboles, plantas y plancton). Dada la importancia del problema, los CREA han desarrollado una comisión de trabajo, destinada al análisis de los temas relacionados con el dióxido de carbono, los bonos y su mercado; un paso adelante en trabajar para el futuro.

Hay países que saben que deben cambiar; Estados Unidos representa el 25% del consumo de combustibles fósiles, y solo posé el 5% de la población mundial. Pero países con un alto crecimiento y desarrollo como India y China, también tienen tasas sin precedentes de consumo de petróleo. Otro dato para tener en cuenta: “se está extrayendo más carbón que nunca antes” (“La Revolución necesaria”, P. Senge).

Cada vez vamos a concientizarnos más en adquirir productos con empaques biodegradables, en no consumir productos con plásticos que van a basurales; y también cada que veamos un río con desagües de aguas sucias provenientes de una fábrica, pensemos que “deberíamos conocer a sus propietarios, y a sus productos, para trabajar uno a uno creando conciencia en que no debemos consumir más esas marcas”. ¿Muy utópico?, puede ser. En menos de 5 años, si releemos nuevamente esta nota, veremos que no lo es tanto.

Readaptar los buenos ejemplos

A lo largo de los últimos años, no hemos logrado tomar muchos buenos ejemplos. Los países que nos han servido como guía, no se caracterizan por ser los que más han crecido, y los que mejor calidad democrática tienen. Desde los buenos ejemplos podemos citar el caso de Suecia, estudiado por P. Senge; ellos a partir del 2006 decidieron distanciarse de algunas economías industriales y de su dependencia del petróleo. Su objetivo es de largo plazo y bien definido: “un plan a 15 años para reducir el uso de combustibles fósiles a cero en el 2020”. Las redes conformadas entre privados y públicos, tienen el compromiso de hacer del norte de Suecia la primer “biorregión” del mundo, en donde todas las necesidades energéticas sean cubiertas con biocombustibles producidos en forma sostenible.

Las empresas más creativas, también lo están haciendo. DuPont trabaja para reducir desperdicios y emisiones de C2O, generando productos que rompan totalmente la dependencia con el petróleo y el gas natural. Otra empresa interesante en esta línea de acción es Nike; que redujo su “huella carbónica” en más del 75%; pero lo más importante es que tiene la intención de alcanzar “cero desperdicio”, “cero toxicidad” y “100% de reciclabilidad” en todos sus productos para el 2020. ¿Se imagina el posicionamiento internacional de la Argentina, generando productos en esta línea de avanzada, en lugar de vivir desde hace décadas haciendo lobbie, y creando barreras para-arancelarias para frenar, en lugar de imitar la productividad y agresividad exportadora de países como Brasil?

Energías renovables

¿Soluciones?, el mundo ya las tiene, como es el caso de los biocombustibles, en su sano equilibrio con la producción y el acceso a los alimentos a través de precios justos. Las fuentes alternativas, como los combustibles basados en celulosa, provenientes de la industria maderera, y el reciclaje de desperdicios. También se estudia el cambio hacia una economía basada en “el rendimiento de nuestra energía”, más que en la de “capital energético”; lo que equivale a decir “usemos y pensemos en como re-utilizar lo que sobra y se tira. La teoría de W. McDonough y M. Braungart decía que: “todo desperdicio iguale el combustible para ser usado en otro sistema”. Para pensar.

Al comienzo del trabajo, mencionamos la sostenibilidad de los recursos de una economía y de un país. Cuando uno “rifa el presente”, indefectiblemente deja endeudado el futuro. Un caso práctico es el del uso sin control de la energía eléctrica. Durante los últimos 8 años, nuestro país se ha basado en un modelo económico que evitó la natural ley de los precios relativos, es decir, las cosas valen lo que un funcionario piensa que políticamente valen. La energía eléctrica se mantuvo a precios tan alejados de la realidad, que hasta las represas bajaron a sus menores cotas con tal de generar energía a costos y precios imposibles. ¿Fue sostenible?, no. Datos cuantitativos: Cammesa, la administradora del mercado mayorista, esta fundida, su deuda con el Tesoro nacional alcanza u$s 10.000 Mill. (J.Oviedo, LN, 17/11/09). ¿No habría que pensar en estos temas claves del país, y en los caminos estratégicos que nos marca un nuevo pensamiento global?

Crear el futuro desde la agroindustria

Solo para intercambiar ideas, pensemos que: el mundo se alimenta mejor; el 40% de sus habitantes están en China e India, y ellos crecen en consumo de alimentos en general, y de carnes en particular. La corriente de pensamiento que está a favor del cuidado del medio ambiente, crece a partir de las crisis; serán mal vistos los productos de empresas que no sean “amigables”. La Argentina es el 4° exportador de “agua virtual”, a través de una producción muy competitiva de agroalimentos. Yo imagino: “una Argentina agroindustrial hacia el 2020”. La respuesta y la decisión de capturar estas oportunidades, está en todos nosotros.

Ricardo D. Bindi, Agromercado Diciembre 2009